Dividiendo la renta nacional por el número de residentes, el cociente nos da la renta media o renta per cápita, lo que se utiliza como medida del bienestar de la población del país de que se trata. Pero lo más probable es que la cifra sea muy poco representativa al coincidir con lo percibido por escaso número de personas. Lo previsible es que los ingresos de muchas personas estén por debajo de la media en tanto que un grupo mucho menor esté por encima.
Para que la sociedad no sea demasiado desigual, el Estado puede intervenir por dos vías diferentes: regulando los precios de consumo o a través de políticas distributivas. Un ejemplo en el primer caso sería la fijación del salario mínimo, la subvención del precio de artículos de primera necesidad o la congelación de alquileres.
La intervención del Estado en la redistribución personal de la renta puede manifestarse en la política fiscal (impuestos directos), en la política del gasto público (suministro de servicios públicos: educación, sanidad, justicia, etc.), gastos sociales (subsidios a determinadas personas en estado de necesidad), gastos de la seguridad social y de asistencia social, indemnización a desempleados y ayuda a la vivienda (construcción de pisos de protección oficial, bonificaciones fiscales, préstamos a largo plazo y bajo tipo de interés y subvención de alquileres o de la adquisición).
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Félix Velasco
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