viernes, 23 de noviembre de 2012

Cabeza de caballo

Alguna lengua sarcástica ha deslizado esta semana que si Artur Mas tiene cuentas opacas en Suiza aún dispone de una semana para regularizarlas al amparo de la amnistía fiscal del Gobierno. El president, que está para pocas bromas, parece más preocupado en rentabilizar electoralmente esta baza adversa explotando a su favor el victimismo consustancial a la creencia nacionalista; llevado al extremo su argumento de que la denuncia de esa supuesta evasión fiscal constituye un ataque a Cataluña, habría que colegir que, de ser ciertos los hechos, sacar el dinero fuera sería un acto patriótico de exaltación soberana. La cuestión podría quedar zanjada si Mas presentase un certificado exculpatorio de los bancos donde la Policía sospecha que esconde la tela. Es cierto que la carga de la prueba corresponde a la acusación pero la falta de explicaciones deja en el aire una cierta sospecha abonada por la certidumbre de que al menos ciertos notables de su partido han dejado en su larga estadía en el poder un historial plagado de corruptelas varias. Por no hablar de aquel famoso tres por ciento de Maragall que al final va a resultar un cálculo estimativo corto. El debate de la corrupción ha incomodado a Convergencia porque le ha obligado a salirse del guión unívoco de la pasión soberanista y ha desviado el tramo final de la campaña del objetivo que más le beneficiaba.
Sucede además que esta polémica contiene un mensaje encriptado, y es que para plantear un desafío como el de la independencia hay que tener de cristal el techo de la propia casa. A Mas no lo van a parar Alicia Sánchez Camacho ni Pere Navarro, animosos pesos ligeros de la política, pero su iluminado designio se puede tambalear solo si empiezan a aparecerle cadáveres en los armarios. Y aunque el patio de la crítica interior, y hasta de la justicia autóctona, lo tiene apaciguado con subvenciones clientelistas no puede controlar ni sustraerse al escrutinio del aparato legal del Estado. Muchos años de gobierno institucional han convertido a CiU en un sindicato de intereses y apaños que permanecían escondidos en el célebre oasis a la mirada pública pero ahora ese régimen se tiene que exponer a la confrontación que él mismo ha elegido. Mientras Cataluña sea parte de España sus ciudadanos están sometidos al imperativo de las mismas leyes.
Tal vez la irritación provocada por la denuncia de la corrupción convergente se deba a que los dirigentes nacionalistas entienden que alguien les ha metido en la cama la cabeza decapitada del caballo de sus privilegios institucionales. Aun si así fuese no podría quejarse de juego sucio quien lleva años practicando la deslealtad sistemática, y quien acusa de ladrón al Estado que enjuga sus deudas y cubre sus bonos. La gente tiene derecho a saber si los que dicen que aspiran a crear una nación como Suiza han empezado por llevarse allí su propio patrimonio.
Ignacio Camacho
FVA Management - Blog
Félix Velasco

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