domingo, 23 de septiembre de 2012

Benchmarking


El término Benchmarking es originario de la palabra inglesa benchmark, la cual se refiere a las cuotas de nivel utilizadas en las medicionestopográficas.
El concepto ha sido introducido en el lenguaje empresarial por la empresa Xerox, que lo ha definido como “el proceso continuo de medir y comparar nuestros productos, servicios y prácticas con los competidores más fuertes o con las empresas que se reconocen como lideres de la industria”.
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Félix Velasco

domingo, 16 de septiembre de 2012

El sembrador de bellotas

Un joven viajero llegó a una vasta extensión de tierra estéril y desolada. En medio de este vasto desierto había un anciano encorvado. Sobre su espalda cargaba un saco de bellotas. En su mano llevaba un trozo de tubo de hierro de metro y medio.
El hombre usaba el tubo para abrir agujeros en la tierra. Sacaba del saco que traía una bellota y la colocaba en el agujero. El anciano le dijo al viajero: “He sembrado más de 100,000 bellotas. Quizás tan solo una décima parte de ellas crecerán”. La esposa e hijo del anciano habían muerto, y esta era la manera como él había decidido invertir sus últimos años. “Quiero hacer algo útil”, dijo él.
Veinticinco años después, el ahora no tan joven viajero regresó al mismo paraje desolado. No podía creer lo que veían sus ojos. La tierra estaba cubierta con un hermoso bosque de tres kilómetros de ancho y ocho de largo. Las aves cantaban y los animales jugaban y las flores silvestres perfumaban el ambiente.
El viajero se quedó contemplándolo, recordando la desolación que alguna vez estuviese en su lugar; un hermoso bosque de robles ahora se levantaba allí sólo porque alguien se interesó.
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Félix Velasco

martes, 11 de septiembre de 2012

Pobres

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Félix Velasco

Pautas reformistas

Las comunidades autónomas fueron creadas para que Cataluña y el País Vasco –en particular Cataluña– pudieran ser regiones autónomas. El origen no es demasiado brillante, aunque otro tanto ocurre con muchas de las grandes realidades políticas y sociales. Por otra parte, la idea de las comunidades autónomas entraba en la lógica política del federalismo. Se correspondía bastante bien con la tradicional diversidad cultural española. E incluso tenía cierta prosapia intelectual, gracias a una idea que Ortega, habiéndose inspirado en Antonio Maura, lanzó en los años veinte, cuando propuso «separar resueltamente la vida pública local de la vida pública nacional». (Vale la pena leer el texto entero en «La redención de las provincias».)
Más de treinta años después, aquel proyecto ha generado una nueva estructura política, intereses que ya no son tan nuevos e incluso ha consolidado nuevas formas de lealtad y de identificación. La crisis ha venido a revelar los fallos estructurales de esta construcción, pero estos fallos se podían diagnosticar desde antes. Proceden sobre todo de dos flancos. Uno de ellos ha sido la debilidad institucional de las comunidades: construidas a una velocidad a veces vertiginosa, las comunidades carecen de verdaderas instituciones, capaces de neutralizar los incentivos al asalto a los bienes públicos por parte de los gobernantes locales. Así que las comunidades autónomas han tendido a reproducir –exactamente al revés de lo previsto por Ortega– el antiguo mapa del caciquismo en España, al servicio esta vez de las oligarquías locales.
El control podía haber venido de la conciencia nacional de los dos grandes partidos nacionales, pero la izquierda española carece de proyecto nacional (más bien siente alergia a la palabra), mientras que la derecha –la derecha política– ha creído posible prescindir de él. Al desaparecer España del horizonte, surgía, irresistible y tentadora, la visión de 17 miniestados, dotados de casi todo lo que caracteriza a un Estado, excepto, eso sí, de las instituciones –ya lo hemos dicho– y de cualquier responsabilidad.
Un Estado centralista es imposible de restaurar, salvo que intervenga una catástrofe mucho más grave que la actual, algo que sería conveniente evitar. Sí que debería ser posible sacar las lecciones de lo ocurrido y corregir los defectos del sistema autonómico en función de la dignidad de las instituciones y de la dignidad de España, sin la cual las comunidades autónomas, por muchas ilusiones que se hayan hecho, valen poco. Está la oportunidad y está la expectativa de la opinión pública, consciente de que el sistema, que les prometía un grado de bienestar siempre creciente, lleva años empobreciéndoles. Además.
José María Marco
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Félix Velasco

viernes, 7 de septiembre de 2012

La leyenda del pianista del océano

De la Jornada UNA VIDA DE PELICULA - La leyenda del pianista del oceano (guión adaptado del novelista Alessandro Baricco, titulado Novecento).
Novecento es un niño abandonado, recien nacido, sobre un piano, que es hallado por un trabajador de las calderas y que decide criarlo a escondidas en la planta baja del buque Virginia sin que nadie se de cuenta. Novecento crece jugueteando por los pasillos
del buque y que desarrolla un talento unico para tocar el piano.
A los 27 años, Novecento atrae a gente de todo el mundo que ha escuchado una leyenda sobre un pianista que dicen que es el mejor del mundo y que nunca se ha bajado del barco donde transita por todos los mares y los climas del mundo.
Conoce a Max, un pobre trompetista agobiado por los vaivenes del buque en una tormenta, no puede mas con su mareo y sufre sin equilbrio por los rincones del salón. Una escena magistral.
Un desafio que le hace el que dicen es el creador del Jazz, un pianista que sube al crucero solo a retarlo, de manera grosera, burlesca y engreida. Novecento toca con tal proligidad en la ultima etapa del duelo que toma un cigarro apagado, lo pasa por las cuerdas del piano, y estas calientes por la tension incansable, lo encienden. Otra escena fabulosa.
El Virginia representa lo efimero de la felicidad al igual que todos los elementos en el universo, todo tiene su comienzo y su fin, y es parte de la historia saber que ocurrira cuando el barco se deba dinamitar por deshuso y maltrato de los años, una guerra, y los cambios de èpocas en tierra firme, de los cuales Novecento se rehusa a ser participe.
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Félix Velasco

Miedo, riesgo e incertidumbre

Recordemos que si nuestro cerebro tiene una misión fundamental, es la de proteger nuestra vida. Por otra parte, el miedo es una emoción sumamente paradójica porque es a la vez una ventaja a la hora de lograr seguridad y es un gran inconveniente a la hora de arriesgarse, de probar cosas nuevas y en definitiva, de cambiar.
Si careciéramos de la emoción a la que denominamos miedo entonces no seríamos personas valientes, sino que seríamos unos completos temerarios, porque no reconoceríamos peligros reales que pueden acabar con nuestra vida en el sentido más literal de la palabra. Por otra parte, si el miedo tuviera tal poder sobre nosotros que en lugar de tener nosotros miedo, el miedo nos tuviera a nosotros, entonces nuestra vida no sería más que una experiencia de alerta y de alarma constante que no nos dejaría descansar ni un instante. Las reacciones de miedo están mediadas fundamentalmente por tres estructuras cerebrales que son el núcleo central del miedo, el hipotálamo y la sustancia gris periacueductal.
La Naturaleza es muy sabia, de hecho es tan sabia y se fía tan poco de algunas de nuestras estrategias conscientes que cuando detecta un peligro como por ejemplo una serpiente, pone en marcha mecanismos de huida antes de que ni siquiera nos demos cuenta a nivel consciente de que lo que tenemos delante es una serpiente.
El problema surge cuando lo que se siente amenazada no es nuestra supervivencia física sino la imagen que tenemos de nosotros mismos, la idea que tenemos de lo que somos y que es el resultado de las experiencias que hemos ido acumulando a lo largo de nuestra vida. Con esta imagen se produce una situación muy particular y es que forma como otra persona, una identidad que ha de ser protegida de la misma manera en la que el cuerpo físico ha de ser protegido, claro que ahora los peligros son de otra índole. Esta imagen no se siente tan atemorizada frente a una serpiente como se siente atemorizada cuando alguien "ataca" la idea que se ha hecho de sí misma.
Por otro lado hay que tener en cuenta que desde que somos pequeños nos insisten en cómo deberíamos de ser. Si nosotros creemos que no somos como deberíamos de ser entonces aparece otra nueva imagen que hay que proteger. Ya no sólo hay que estar atento para que nadie desafíe la idea que tenemos de nosotros mismos, además hay que estar atento para que los demás no descubran que no somos quienes "deberíamos de ser" según las creencias de nuestra sociedad y de nuestra cultura. Ya puede imaginarse el lector que la situación de tensión en la que se vive cuando uno tiene que proteger por una parte su cuerpo físico, por otra su imagen mental de lo que es y por último su imagen mental de lo que no es, resulta tremenda y es una causa fundamental de nuestro sufrimiento como humanidad.
Es interesante destacar que estas imágenes cuando se sienten amenazadas activan también la amígdala, el hipotálamo y la sustancia gris periacueductal, exactamente igual a lo que ocurre cuando nos encontramos ante un depredador, aunque tal vez eso sí con menor intensidad. Las estrategias de ataque o huída tan útiles en el caso de enfrentarse a un depredador, no resultan tan útiles a la hora de conversar con alguien que ve las cosas de manera diferente a como las vemos nosotros y que nos ve diferentes a como nos vemos. Por eso exige tanto entrenamiento el dar y recibir feed-back, porque nuestra propia identidad, la imagen que nos hemos hecho de nosotros mismos puede sentirse amenazada.
El miedo que tenemos en los procesos de cambio no es porque nuestra supervivencia física corra peligro, sino porque nuestra imagen sí que lo corre. Cuando uno cambia, esa imagen también cambia y aunque sea para lograr una mejora a esa imagen no le interesa que se la cambie un ápice. Es como esos niños pequeños que se anclan en un no y cuesta mucho sacarles del no. La imagen se siente amenazada ante el riesgo, pero mucho más ante la incertidumbre, porque en ésta hay muchos menos parámetros de orientación, uno tiene muchos menos puntos de referencia y por eso la sensación de amenaza es mucho mayor.
Propongo una estrategia frente al miedo que es diferente a las estrategias de ataque, defensa y huída que tan útiles son para hacer frente a los peligros físicos. Como en este caso la estrategia es para hacer frente a la sensación de amenaza de la imagen que nos hemos hecho de lo que somos y de lo que no somos y dado que las reacciones de ataque, defensa y huida son en este caso estrategias muy poco efectivas y por las que se paga un precio muy alto (salud, rendimiento, disfrute, relaciones...), necesitamos probar otro tipo de estrategia que en este caso tiene dos facetas; una es la aceptación y otra es la compasión. La aceptación consiste en que cuando sienta que mi imagen se siente amenazada, en lugar de atacar, huir o defenderme acepte, abrace la emoción, me permita experimentar el miedo como la emoción que en ese momento forma parte de mi existencia. Es importante saber que lo que está manteniendo ese miedo virtual es que constantemente lo reforzamos al resistirnos a experimentarlo plenamente y al utilizar estrategias de ataque, defensa o huida que lo único que hacen es aumentar el poder que tiene el miedo sobre nosotros. Lo que se resiste persiste, lo que se acepta se desvanece.
La otra estrategia es la compasión. Compasión es conectar con nuestro sufrimiento, es darnos apoyo a nosotros mismos y a la vez ser firmes que no duros cuando hemos de serlo. La compasión es observarse para entenderse sin juzgarse, sin catalogarse. De la aceptación y de la compasión surge una nueva forma de comprender, una nueva forma de ver que se acerca a lo que denominamos sabiduría. Igual que la luz disipa la oscuridad, la auténtica comprensión disipa muchos de nuestros miedos.

Mario Alonso Puig, médico
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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Función del líder

La función del lider es forjar más líderes, no más seguidores.
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