jueves, 30 de mayo de 2013

Oxy





Inauguración del Restaurante Oxy (Conde Borrell, 160 - Barcelona)
FVA Management - Blog
Félix Velasco

Orgulloso, satisfecho y feliz

Sentirse orgulloso de ser quien se es, satisfecho con uno mismo y feliz por haber logrado lo que se ha propuesto,... no tiene precio. El éxito no se consigue con cualidades especiales, es sobre todo un trabajo de constancia, método y organización.
FVA Management - Blog

martes, 21 de mayo de 2013

Cuando lo posible no funciona

Cuando lo posible no funciona, es hora de poner manos a la obra y esforzarse por hacer lo que parece imposible, asumir riesgos y dar un giro a la situación. Si tienes amor propio y deseo de superación, lo difícil te ayudará a crecer y lo costoso te estimulará. Rodéate de personas con ese mismo espíritu, capaces de poner su mente y su corazón en una esperanza.
FVA Management - Blog
Félix Velasco

lunes, 20 de mayo de 2013

No llevo reloj

Afirmar que el tiempo es la esencia de la vida y que todos vivimos de ‘vender algo’ es una obviedad. Si además tenemos claro que la diferenciación positiva es más rentable, podemos establecer un paralelismo entre los departamentos de una organización y las tareas que debemos desempeñar como individuos para nuestro su desarrollo personal y crecimiento profesional. O te posicionas o desapareces. No podemos vivir a remolque de las circunstancias o de los ritmos que otros nos marcan, nuestra vida está en nuestras propias manos. Empieza a decir la hora que es.
FVA Management - Blog
Félix Velasco

El día que Pepsi compró submarinos rusos

El día que Pepsi compró submarinos a la URSS
A finales de los años 50, una curiosa anécdota protagonizada por el entonces líder soviético Nikita Khrushchev y un joven ejecutivo de Pepsi propició que su refresco se convirtiera en el primer producto occidental comercializado en la Rusia soviética. Lo que probablemente nunca imaginó es que ese acuerdo también lograría que la compañía estadounidense se convirtiera en una auténtica potencia naval.
Durante la inauguración de la Exposición Nacional Americana en Moscú en julio de 1959. En un momento dado, el presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, y Khrushchev comenzaron a discutir vehementemente acerca de las bondades de los sistemas capitalistas y comunistas, cuando Donald M. Kendall, un joven ejecutivo de Pepsi se dio cuenta de que el presidente soviético sudaba copiosamente.
Kendall tomó uno de sus refrescos y se lo ofreció a Khrushchev, quien no dudó en beberlo, dando origen a una foto histórica y una gran publicidad gratuita para la compañía en un país donde la propaganda capitalista estaba prohibida.
Tras este incidente, Kendall se propuso convertir a Pepsi en un referente en la URSS y en 1972 logró cerrar un acuerdo por el que el gobierno soviético obtendría los derechos exclusivos de la bebida de cola en Rusia y la compañía estadounidense distribuiría, también en exclusiva, el vodka Stolichnaya en América. Así, Pepsi se convirtió en elprimer producto de consumo occidental que se elaboró y se vendió en la Unión Soviética.
En la década de los 80, Pepsi tenía ya 21 plantas en la URSS y quería abrir 26 más. En el marco de unas negociaciones muy complicadas con un régimen comunista en plena decadencia, Kendall, que en aquel momento era presidente del Comité Ejecutivo de PepsiCo, tuvo que aceptar que la empresa adquiriera parte de la flota de obsoletos submarinos y barcos de guerra rusos a cambio de prorrogar y ampliar el acuerdo.
Finalmente, en 1989, la multinacional se convirtió en la propietaria de17 submarinos, un crucero, una fragata y un destructor, lo que la convirtió en la virtual séptima potencia mundial en flota submarina convencional. Aunque por poco tiempo, ya que todos los buques acabaron rápidamente desguazados y vendidos como chatarra.
FVA Management - Blog
Félix Velasco

domingo, 19 de mayo de 2013

¿Se acuerdan del Plan E? 12.000 millones de euros hechos trizas

Ni sirvió para crear empleo, ni -por lo mismo- frenó la escalada del paro, ni permitió dotar al país de infraestructuras con valor añadido. Las cuentas definitivas del famoso «Plan E» del Gobierno de Zapaterodejan un reguero de ejemplos de lo que puede ser un desorbitado gasto público que acaba sumando endeudamiento sin resultados prácticos.
El Tribunal de Cuentas lo ha certificado y sus consecuencias aún se siguen pagando: obras que, después de hacerse, han sido insostenibles o inútiles y no han entrado en funcionamiento o que para mantenerlas están suponiendo un sobrecoste que antes no existía; ayuntamientos que aún tienen que pagar multas por no haber cumplido las condiciones a las que aceleradamente se les obligó; y chatarra, mucha chatarra en carteles.
El «Plan E» incluyó dos fondos para apresuradas obras en municipios. En el primero, el Fondo Estatal de Inversión Local (FEIL) realizado en 2009, se fueron 7.860 millones; en el segundo, llamado Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local, en 2010, otros 4.250 millones de euros. En total, 12.110 millones de euros.
Sólo con el primero de ellos, con el FEIL, se fueron 37 millones de euros en carteles. Eran obligatorios, condición imprescindible. Tanto que quien no los colgó a tiempo ha sido multado, ha tenido que devolver las subvenciones recibidas y, encima, con intereses. Es el caso del Ayuntamiento de Calatayud (Zaragoza), que en 2010 se embarcó en la reforma de una pequeña plaza de su casco antiguo animado por las subvenciones del «Plan E».
El cartel lo colgó, pero tarde, cuando la obra ya estaba empezada. Lo dejó más tiempo, por eso de compensar la publicidad que debía hacérsele al Gobierno, pero ni aun así se le ha perdonado la sanción. El resultado: una obra que costó 92.686 euros y que se hizo porque la pagaba íntegramente el Estado, acaba suponiéndole al Ayuntamiento 107.319 euros que ahora tiene que abonar al Estado, los 92.686 euros de subvención que debe devolver, más 14.683 euros en concepto de intereses.
Con la crisis ya al galope, a los españoles se nos fueron con el FEIL 36,65 millones de euros en los obligatorios carteles colocados a pie de cada obra y en los debía aparecer, bien visible, la leyenda «Gobierno de España». Según el amplio muestreo realizado por el Tribunal de Cuentas, en esa primera fase del «Plan E» cada cartel costó una media de 1.194 euros. Los tuvieron que comprar las empresas a las que se adjudicaban las obras, o los ayuntamientos en caso de que los trabajos los hicieran directamente con medios propios.
Pero, tanto en un caso como en otro, era parte del precio que cubría la subvención del Estado. Se hicieron un total de 30.698 obras con esa primera fase del «Plan E» -otras 25.363 con la segunda-, y cada una debía tener su cartel. Su tamaño era considerable, bien visible, y el Gobierno de Zapatero se esmeró en regular cómo debían ser. No se escatimó ni en lustre ni en tamaño.
Obras elegidas al tuntún
Con tantas prisas se tramitó el plan, que la inmensa mayoría de ayuntamientos reconocen que decidieron las obras al tuntún, en el sentido más literal que la RAE da al término -«sin cálculo ni reflexión»-, sin evaluar detalladamente sus consecuencias ni determinar si hacían falta. Ha dado fe de ello el Tribunal de Cuentas: el 81 por ciento de los ayuntamientos confiesan que eligieron los proyectos a hacer con el FEIL sin estudiar si eran realmente necesarios.
Además, el Gobierno tampoco veló por que se creara el empleo anunciado. Esos 8.000 millones sólo dieron de sí para dar trabajo temporal a 201.000 desempleados. De media, cada uno de ellos estuvo contratado no más de tres meses. Dividido ese «Plan E» por los parados colocados en él, cada uno costó 39.065 euros, 13.000 por mes.
Lejos de lo que el Gobierno de Zapatero dijo para justificar aquella riada de gasto público, la realidad demostró que dar empleo a más o menos parados no fue primordial. De forma generalizada, las obras del «Plan E» dieron trabajo a muchísimos menos desempleados de lo que figuraba en los proyectos.
Y es que, según ha destacado el Tribunal de Cuentas, «la contratación de desempleados no se configuró como un criterio necesario para la obtención (de las subvenciones), ni tampoco como criterio de baremación». No colgar el preceptivo cartel publicitario sí se castigaba con la pérdida de la subvención; pero no contratar los parados prometidos, no.
Entre los casos palmarios, los que se dieron en La Línea de la Concepción (Cádiz): siete obras pagadas con la primera fase del «Plan E», entre las siete se había dicho que se iba a contratar a 154 desempleados, pero ni un parado fue ocupado en esas obras. En El Puerto de Santa María se prometió dar trabajo a 274 parados, pero en realidad únicamente se contrató a 83 trabajadores. Son sólo dos ejemplos; la lista es inmensa.
Y todo eso para obras que, como se eligieron apresuradamente, ni se planificaron correctamente, ni se tramitaron con pulcritud, ni se pensó en si eran útiles. El Tribunal de Cuentas relata un rosario de irregularidades en la tramitación de estos proyectos por parte de los ayuntamientos, que debían estar supervisados por el Estado.
Los casos son múltiples: abundan los fraccionamientos irregulares de contratos, mala aplicación de los criterios de selección de los contratistas; sospechas por la excesiva concentración de obras adjudicadas a una misma empresa en un mismo municipio; contratos modificados sin causa suficientemente justificada...
Gobierno reincidente
Los fiascos que el Tribunal de Cuentas ha certificado en aquella primera fase del «Plan E» -7.860 millones de euros- no los vio el Gobierno de Zapatero. Lejos de ello, no dudó en presumir de que había sido un «éxito». Así lo dejó escrito el entonces vicepresidente Manuel Chaves. Y por ese «éxito», y por «coherencia con el rumbo» -argumentó Chaves-, el Gobierno socialista decidió reincidir con una segunda fase del «Plan E» para seguir llenando de obras -y de carteles- los municipios españoles. La llamó Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local. Otros 4.250 millones de euros.
Roberto Pérez
FVA Management - Blog
Félix Velasco

miércoles, 15 de mayo de 2013

El privilegio de gastar


Con o sin asimetría, la expresión «déficit autonómico» es un pleonasmo en un modelo político diseñado para gastar
La expresión «déficit autonómico» es un pleonasmo político, una redundancia. Las autonomías son desde hace tiempo máquinas de generar desequilibrio presupuestario. Amparadas en su condición de prestadoras de servicios básicos han creado aparatos administrativos desproporcionados que en realidad sostienen estructuras clientelares y son, por naturaleza, incapaces de autofinanciarse. El verdadero poder en España está ahí, en la capacidad discrecional de distribuir recursos y de colocar gente a través de una red de mini-estados ramificada y reduplicada en miles –miles, sí– de empresas públicas. Y como no participan en la recaudación directa de impuestos, porque incluso sus recargos fiscales los cobra Hacienda, los virreyes eluden el desgaste tributario para plantear al Gobierno central una eterna reclamación jeremíaca. El dinero nunca les parece suficiente.
Ignacio Camacho
FVA Management
Félix Velasco - Blog

martes, 14 de mayo de 2013

Que no te psicodirijan

¡Sonríe! La mejor forma de asegurar tu “destino” en la vida es creándolo, la mejor manera de predecir tu futuro es hacer lo necesario para sea como deseas. Estamos en el mundo para crearnos oportunidades, no para esperar a que lleguen. No dejes que te "psicodirijan" con palabrería inútil y verborrea ideológica. Puedes tener aventuras, “vivir el momento” y hacer cosas espontáneamente, pero eso no te garantiza que tus sueños se hagan realidad, a pesar de que sean un componente fundamental en la vida de cualquier persona.
Félix Velasco - Blog

domingo, 12 de mayo de 2013

Quien emprende aprende

Quien emprende aprende que el emprendedor, como se llama ahora púdicamente al empresario de toda la vida, no es un siniestro explotador que empobrece al prójimo sino que es el creador de riqueza y empleo por excelencia. Y es un paradigma de la sociedad abierta. Por eso no resulta casual que los mayores enemigos de la libertad siempre sean los mayores enemigos de los empresarios, y de las dos instituciones económicas fundamentales de la sociedad libre: la propiedad privada y los contratos voluntarios.
Quien emprende aprende que la generación de bienestar social, característica de la labor empresarial, no es nada de lo que el empresario tenga que avergonzarse, porque lo ha conseguido arriesgando sus recursos, y jamás imponiendo a los ciudadanos los bienes y servicios que ofrece a la venta. Ésta es la diferencia radical entre el mercado y la política. En el mercado el empresario sólo gana si sus clientes también lo hacen, es decir, sólo gana si sus clientes compran libremente lo que él vende, algo que sólo harán si piensan que lo que compran vale más para ellos que el dinero que entregan a cambio. Así es como el mercado crea riqueza para todas las partes contratantes. En cambio, lo que debería suscitar vergüenza es lo contrario del emprendimiento, a saber, la coacción política y legislativa. Allí sucede que los ciudadanos nunca pueden elegir no comprar y no pagar. Se habla con desprecio de los mercaderes, pero a los mercaderes podemos no pagarles: basta con que no les compremos su género. No es así con los políticos y los burócratas de las administraciones públicas, a quienes debemos pagar a la fuerza, mediante impuestos, y padecer toda suerte de regulaciones y limitaciones al libre uso de nuestras propiedades y a nuestra capacidad de contratar con las demás personas físicas y jurídicas.
Quien emprende aprende que el beneficio empresarial nunca está garantizado. Desde púlpitos, cátedras y tribunas sin fin, ese beneficio es denostado como un ingreso ilegítimo, excesivo o cruel. De hecho, hasta la propia palabra «lucro» tiene un eco casi obsceno, como si fuera una suerte de apropiación indebida, o en todo caso, indigna. Nada está más lejos de la verdad. El beneficio empresarial es un ingreso digno, producto de la relación libre entre los ciudadanos, como acabamos de comentar. Asimismo, deriva de un riesgo que casi nunca es ponderado: el riesgo de perder todo el capital. El que haya tantos trabajadores y tan pocos empresarios se explica por esa asimetría en el riesgo. En efecto, un trabajador puede perder su empleo, un riesgo real, y de hecho multiplicado por las intervenciones de las autoridades, supuestamente diseñadas y aplicadas para proteger los «derechos laborales», pero que en la práctica se traducen en más paro para más personas durante más tiempo. Ahora bien, al perder su empleo, el trabajador prácticamente nunca pierde su capital. Un camarero puede ser despedido, pero no por eso deja de conocer su oficio. Una ingeniera de caminos puede ser despedida, pero no por eso le arrebatan el título de ingeniera ni los conocimientos teóricos y prácticos de su formación y especialidad. Es decir, los trabajadores conservan casi siempre su capital humano, que pueden poner en funcionamiento en otro empleo. En cambio, el empresario, si la empresa quiebra, no sólo pierde su trabajo si está allí ocupado, sino que puede perder absolutamente todo el capital que invirtió en ella. Es interesante que pocos recuerden ese riesgo cuando despotrican contra las ganancias de los capitalistas.
Quien emprende aprende que el empresario no tiene que «devolver» nada a la sociedad. Sólo deben devolver los que han robado, y los empresarios no roban, es decir, no arrebatan los bienes de los demás mediante la coerción. Sin embargo, se extiende la idea de que los empresarios deben tener «responsabilidad social», un concepto vaporoso pero que destila la noción de obediencia al poder, un poder, claro está, al que nadie le pide «responsabilidad social», y mucho menos que «devuelva» los bienes ajenos de los que se apropia.
Quien emprende aprende a desconfiar de los políticos que aseguran que la mejor manera de ayudar al emprendedor es poblar el Estado, las comunidades autónomas y los municipios de burocracias más o menos simpáticas y comités de expertos más o menos independientes dedicados a promover el emprendimiento. En este campo, como en tantos otros, la labor de la política es tan importante como mal ponderada. No se trata de montar nuevos departamentos oficiales, con más funcionarios y más presupuesto. Y no, tampoco se trata de subvencionar, peligrosa actividad que distorsiona incentivos y anima toda suerte de conductas ineficientes, en el mejor de los casos. Se trata de algo más simple, porque no requiere hacer sino dejar hacer, y a la vez más complicado, porque la política contemporánea no concibe hacer el bien sin intervenir activamente.
Quien emprende, en suma, aprende que los políticos pueden hacer, pero casi nunca hacen lo que deben para ayudar a los empresarios. A saber, dejarlos en paz.
Carlos Rodríguez Braun
FVA Management - Blog
Félix Velasco

sábado, 11 de mayo de 2013

Evolución del pensamiento

Enseñar correctamente es crear las condiciones para producir conocimiento nuevo. Debemos aprender lo que ya existe pero también trabajar en la producción del conocimiento que no existe. Antes de discutir sobre técnicas, métodos y materiales de una enseñanza dinámica hay que cimentar la base, que es la curiosidad del ser humano. Hay alumnos que en lugar de interés por aprender traen prejuicios, lo cual les permite aprobar, pero no adquirir conocimiento. Las ideas condicionadas por ideologías, impiden abandonar lo que fue (o no) pero ya no es, y aprender lo que aun no era pero ya es.
FVA Management - Blog
Félix Velasco