martes, 15 de abril de 2008

Ideas para impuestos

Para algunos, si la cuestión es recaudar dinero, poco importa su procedencia, especialmente para los políticos en tiempos de crisis.
Nerón fue el último emperador de la familia de los Julio-Clauidos, los primeros y los más conocidos (Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón). Les sucedió un espantoso interregno en que cuatro emperadores compitieron por el trono entre los años 68 y 69. Tres de ellos fueron asesinados violentamente, venció Vespasiano, quien fue coronado el año 69, tras una sangrienta batalla dentro de la misma ciudad de Roma. Entre muerte y muerte, ambos partidos aprovecharon para saquear tiendas, y según Tácito, el pueblo apostaba desde las ventanas y los tejados por los contendientes como si estuvieran contemplando un espectáculo de gladiadores.
Cuenta Suetonio ("Vida de los doce Césares",VIII.Cap. 23,3) como el emperador romano Vespasiano (Tito Flavio Sabino Vespasiano), en su afán recaudatorio para edificar el Coliseo y volver a llenar las arcas de Roma que estaban vacías, tuvo escasos reparos en cargar con numerosos impuestos al pueblo, encareciendo los que estaban en vigor y recuperando algunos de antiguas ordenanzas, como los promulgados por Nerón que habían sido ya abolidos.
Sus medidas podrían ocupar un MBA entero:
- Vender a precios altísimos los altos cargos públicos, que por eso eran altos. “De todos modos –decía- todos son ladrones, y en cierto modo les fomentamos a serlo. Mejor es que vayan adelante restituyendo al Estado un poco de lo que roban”.
- Conceder plenos poderes a los recaudadores de impuestos para rapiñar a todos los ciudadanos romanos, y, he aquí la novedad, confiscar las ganancias de los esquiladores. Una vez equilibrado el presupuesto, ganar el afecto del pueblo siendo generoso y construyendo varios edificios públicos.
Pero sin lugar a dudas el más original fue el "impuesto sobre la orina" o "Vectigal Urinae". El comercio de la orina era tan importante, que el emperador tomó una de las decisiones en materia impositiva más insólitas de la historia: impuso un tributo a la orina humana. Se gravaba la recogida de la misma y es que las clases populares orinaban en tarros que después vaciaban en pozos negros. Se recogía el orín de estos pozos junto al que había en las letrinas públicas y por sus características químicas se le daba uso para gran cantidad de aplicaciones, lo cual, generaba un doble beneficio, pues se reciclaba con múltiples utilidades y beneficio económico. Sus ácidos eran empleados para blanquear las prendas y en el curtido de pieles y también en las lavanderías, ya que gracias a su contenido de amoniaco y urea, era muy apreciado para lavar y blanquear las togas de lana, un auténtico lujo.
El tejido era desengrasado, con arcilla, luego, los esclavos volcaban la orina en piletones en donde pisaban la ropa hasta que el ácido de la orina hiciera su efecto. Por supuesto, que luego las prendas se dejaban reposar en agua largo tiempo, posteriormente pasaban por tres cubos de agua para enjuagarlas, y se entregaban a sus dueños.
También se utilizaba para blanquear los dientes.
Sin embargo, a muchos no les parecióa muy digno semejante impuesto, entre otros a Tito, el hijo de Vespasiano, que así se lo hizo ver a su padre, recriminándole su proceder. El emperador invitó a su hijo a oler una monedas acercándoselas a la nariz de su hijo, preguntándole si le molestaba su olor: Num olet? (¿huele mal?). Y tras la respuesta negativa de Tito, le dijo: "Y sin embargo es orina", frase que ha pasado a la Historia, "Pecunia non olet" (el dinero no huele).
A los primeros urinarios públicos de Lutecia (París) se les llamaron "Vespasianas" en "honor" del impuesto.
Bueno, mejor no demos ideas en tiempos de crisis.
Fernando Garcés y Félix Velasco

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