Los bolígrafos BIC tienen dos agujeros, uno muy pequeño en la parte central de poliestireno transparente, y otro en la punta de la tapa. El primero sirve para igualar la presión del aire dentro del bolígrafo con la presión exterior. EL bolígrafo BIC fue el primero que no necesitó presurizar sus cartuchos gracias a una mezcla de tinta más espesa.
Eso los hacía mucho más fáciles de fabricar, pero también creaba un problema adicional. Si la presión del interior del bolígrafo no era la misma que la exterior, la tinta podía no fluir adecuadamente y, en casos extremos, rebosar por la parte superior del tubo que la aloja. Su uso, de hecho, es equivalente al del mítico agujero en el panel interior de las ventanillas de los aviones. Además de para regular la presión, el agujero de los bolígrafos evita en cierta medida la condensación.
El segundo agujero en los BIC es un cambio de diseño más reciente, y responde a cuestiones de seguridad. En 1991, la compañía creadora del mítico bolígrafo recortó la tapa de poliropileno de manera que quedara un agujero en su punta. Si alguien ingiere la tapa y esta queda atascada en alguna parte del tubo digestivo, el agujero deja pasar el suficiente caudal de aire como para que la persona no muera de asfixia hasta que puedan extraerle la tapa.
Contrariamente a lo que pueda parecer, este tipo de accidentes son relativamente habituales, y ni siquiera el agujero en la tapa es garantía de salvarse ya que puede bloquearse rápidamente con fluidos. Esta desgraciada eventualidad es la que le ocurrió a un niño británico en 2007.
Nunca es buena idea tragarse un objeto pequeño de plástico, pero por lo demás, el boli BIC sigue siendo un objeto casi perfecto en lo tocante a escribir por un módico precio. El corte hexagonal, copiado a los lápices, permite ahorrar material y hacerlo más fácil de sujetar. Su diseño forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Carlos Zahumenszky
Félix Velasco - Blog