Entremos en el asunto sin mayores preámbulos. ¿Por qué la empresa rusa Lukoil está dispuesta a pagar 28 euros (ahora ya han bajado a 25) por lo que puede comprar en Bolsa a sólo 15 euros?
Si vamos a la raíz, si respondemos a lo más sencillo, a las preguntas que se hace la gente que no está al tanto de los asuntos financieros, podremos dar con la clave: ¿hay gato encerrado tras la última figura de la matrioska en la que se ha convertido la operación de venta del 30% de Repsol?
No me digan que no es raro que sea precisamente la petrolera peor calificada del mundo por las agencias de rating, es decir la menos solvente, la que ofrezca un precio ocho o nueve euros superior a lo que están dispuestos a pagar el ENI italiano o la francesa Total.
La aparición en escena de Lukoil me recuerda la de esos grupos extraños que surgían por Madrid cuando el Patrimonio del Estado puso en venta el expropiado Grupo Rumasa.
La clave, por tanto, está en el precio. Luis Del Rivero puso el listón en 30 euros por acción para poder bajar un poco, hasta 27 euros más o menos, que fue lo que él pagó hace dos años por la compra del 20% de la compañía. Es decir, que quiere salir indemne de su incursión en el sector energético («una inversión permanente y estable», dijo cuando hizo pública su adquisición).
Los rusos de Lukoil, que ya a finales de 2006 negociaron la compra del 10% de Repsol (como ya contamos hace una semana), conocían al señor Antoni Brufau, presidente de la compañía. En aquella época tan sólo querían entrar con ese porcentaje porque buscaban un cliente para sus pozos de petróleo, no quedarse con la empresa.
Ahora piden el 30% (es decir, el 29,9% para no lanzar una OPA), y a eso condicionan el precio: si no hay 30%, no hay 28 euros (ahora, insisto, han bajado a 25).
¿Por qué? Esta claro: porque quieren mandar en Repsol. Lo argumentaba el pasado viernes Miguel Boyer en un artículo publicado en El País: «Es inverosímil creer que, si Lukoil tomase el 29,9% de Repsol, se podría mantener indefinidamente el actual tope del 10% para el derecho de voto que rige en las juntas de Repsol, así como que los rusos, con ese decisivo paquete de acciones y con la presión que puede hacer un suministrador de crudo sobre el que se lo compra, iban a ser segundones respecto a la dirección española actual».
Es decir, que los rusos de Lukoil, que no son tontos, aunque sus asesores de Garrigues no les ayuden mucho, quieren hacerse con el control de Repsol comprando sólo una tercera parte con la complicidad de la gestión y de los accionistas de referencia.
Pero es más. La compañía presidida por Vagit Alekperov, miembro del inner circle de Vladimir Putin, quiere hacer la operación sin poner un euro. Es decir, además de subrogarse en el crédito de 5.200 millones que le fue concedido graciosamente a Del Rivero (con la sola garantía de las acciones y la participación activa del ICO) para comprar el 20% de Repsol, quiere otro crédito en las mismas condiciones para comprar el 9,9% restante en poder de la Caixa y Caixa Cataluña.
Por increíble que parezca, la compra estuvo a punto de cerrarse el pasado día 19 de noviembre, cuando fue filtrada a los medios.
Las conversaciones se aceleraron tras la indiscreción cometida el día 12 por el viceprimer ministro ruso, Alexander Zhukov, de visita oficial en España.
Un día después de decirle Brufau al ministro de Industria, Miguel Sebastián, que de los rusos «no quería ni oír hablar», se reunía con un alto cargo de Lukoil en Zaragoza.
El día 19, cuando Sebastián llamó hecho una furia al presidente de Repsol, éste no tuvo más remedio que reconocer que las negociaciones estaban avanzadas.
Fuentes cercanas a Sacyr señalan que Brufau negoció con los dueños de Lukoil incluso las condiciones de su continuidad al frente de Repsol si la venta se cerraba como estaba previsto (seis millones de euros de sueldo, 48 de indemnización por su salida, etcétera).
Las mismas fuentes señalan que Brufau, en una reunión mantenida el día 20 con Del Rivero y el vicepresidente de Sacyr, Manuel Manrique, dio su visto bueno a la entrada de Lukoil en el capital de la compañía.
Brufau, por su lado, considera una «insidia» esas informaciones.
Aunque Sebastián manifestó públicamente su rechazo a la transacción, Zapatero le dejó la puerta abierta. Poco antes, Brufau se había reunido con el presidente y le había expuesto las supuestas bondades de la misma.
Pero la filtración provocó el escándalo. No sólo mediático, sino también político. El PP y la mayoría de los grupos parlamentarios, incluso destacados miembros del PSOE, como Felipe González, se opusieron en redondo a la compra de Lukoil.
El día 21 a las 9 de la mañana, Brufau acudía a la sede del PP para entrevistarse con Mariano Rajoy. Allí, el presidente de Repsol defendió a los pequeños accionistas, que se verían perjudicados por el establecimiento de un precio distinto al del mercado al cual ellos no podrían vender, defendió el carácter estratégico de Repsol para España, etcétera.
En fin, era el hombre perfecto para cada uno de sus interlocutores.
¿Y los bancos?, se pregunta nuestro atónito ciudadano. ¿Por qué tratan a unos tan bien y a otros tan mal?
Hablemos de la Caixa, que reúne la doble condición de acreedor de Sacyr y accionista de Repsol.
La Caixa no está en su mejor momento, la caída de las grandes inmobiliarias, como Martinsa o ahora Habitat, le ha pillado de lleno. Si cae Sacyr, la cosa sería peor aún. Si un comprador, pongamos Lukoil, compra el paquete de Del Rivero, la deuda (5.200 millones) cambia de dueño y, por lo tanto, el contador vuelve a ponerse a cero. Además, si logra vender una parte de su paquete en Repsol haciendo una plusvalía de 2.000 millones de euros, ¿qué más se puede pedir? Un miembro del Gobierno se lamentaba la semana pasada: «El drama es que los bancos prefieren como deudor a Lukoil frente a Del Rivero».
Hay, por tanto, mucha gente a favor del acuerdo. El más, naturalmente, Del Rivero. Su suspensión de pagos (con una deuda de 18.000 millones de euros) sería la mayor de la historia de España. El Gobierno parece dispuesto a poner mucha carne en el asador para que eso no suceda.
Y ahora, otra pregunta de nuestro bienintencionado ciudadano. ¿Qué más nos da que el dueño de Repsol sea un constructor de Murcia o un oligarca de Moscú? En primer lugar, hay que recordar que dos empresas energéticas españolas están ya en manos extranjeras: Endesa (Enel) y Cepsa (Total). Volvamos a Boyer: «Entre los países que utilizan sus fuentes de energía y sus empresas gigantescas para presionar y obtener ventajas políticas, tanto internas como en el campo internacional, campea y reina hoy, sin muchos rivales, la Rusia de Putin y los oligarcas. Y entre los campeones rusos… destaca Lukoil».
¿Habrá venta a los rusos a pesar de todo? En las últimas horas, Brufau intenta cuadrar el círculo: que Lukoil sólo compre el 20% de Repsol: un 10% de Sacyr; un 6,5% de la Caixa; un 2% de la Mutua y un 1,6% de Caixa Catalunya.
Si Zapatero defiende la no intervención del Gobierno en las empresas, ¿por qué propició la entrada de Del Rivero en Repsol? ¡La curiosidad de nuestro ciudadano es insaciable!
Casimiro García-Abadillo