En la ingeniosa pero ya tópica respuesta al saludo de «¿cómo estás?» de cortesía, la que dice «¿quieres que te diga que bien, o te lo cuento?», opto, sin que usted me lo pregunte, por la segunda parte. Te lo cuento. Porque estoy de salud creo yo que exactamente igual que la economía española, y perdónenme si me convierto en metáfora, pero es lo que tengo más a mano.
Como al tabaco le ocurre como a los gobiernos, que aunque te quites de ellos siempre dejan huella, mis pulmones pasan muy mal los inviernos, por mi antigua y fervorosa devoción a Celtas y Gitanes, de cuya fe me hicieron apostatar. Y andaba maluscón, con más frío dentro del cuerpo de lo habitual, en esta Sevilla tan húmeda de los inviernos traicioneros. Total, por hacerles corto el relato, que decidí adelantar la ITV que periódicamente me hace el doctor Celso Pareja Obregón, curtido en las garitas de las urgencias de la Clínica Sagrado Corazón, quien me revivió una vez que llegué allí asfixiándome. Tenía el clásico volante de los análisis, cartilloso de Sanitas total, que me hice antes de acudir a su consulta. Le llevé los análisis, el excelso Celso los miró detenidamente, sacó mi ficha de su ordenador, comparó el papel con los datos del archivo que la pantalla le mostraba, y me dijo:
- Pues estos análisis están magníficos. Mira, hasta el colesterol te ha bajado.
Le dije:
- Los análisis estarán fenómenos, Celso, pero yo estoy malísimo. Hace dos semanas que tengo un frío metido dentro de los huesos que no se me quita...
- Ea, pues voy a auscultarte...
Y me despojé de mis vestiduras, y me metió el fonendo, y me dijo, con la cara muy seria:
- Vete inmediatamente a que te hagan unas radiografías de tórax, porque este pulmón izquierdo no ventila.
Izquierdo tenía que ser el puñetero pulmón... Y me hicieron, vamos, como el IPC de tórax. Volví a la consulta con las radiografías, las miró al trasluz de una pantalla mi salvador galeno y me dijo:
- ¡Con razón tenías tanto frío! Tú lo que tienes es un principio de neumonía como una casa, que menos mal que la hemos cogido a tiempo.
Y aquí me tienen, de la cama al sofá y del sofá a la cama, junto al radiador, con dos chalecos y una bufanda, aplanado por los chutes de antibióticos, sacando fuerzas de flaqueza para no faltar a la cita diaria del artículo, costándome muchísimo trabajo echar fuera el frío que aún tengo en la canina que todos llevamos dentro...
- O sea, que está usted como la economía española según ZP, ¿no? La de las nuevas dos España: la de los datos fenómenos y la de la realidad chunga...
Equilucuá, y ahí es donde quería llegar. Perdonen que me cite. Los amigos que me veían por la calle antes de esta médica reclusión domiciliaria me decían que tenía muy mala cara. Y tanto. ¡Como que se me había puesto cara de metáfora de la economía española! A la economía española le pasa como a mí: que sus análisis están estupendos, que hasta el PIB ha subido una cosa mala. Los análisis que ve el Doctor ZP le hacen decir que «la economía es sólida y España prospera». Pero los españoles sin un duro tenemos una ruina dentro de los huesos del cuerpo y especialmente en los bolsillos vacíos que, digan lo que digan los análisis, sabemos de sobra que lo que ponen no se corresponden con nuestro verdadero estado. Que es el de completamente tiesos. Los indicadores económicos y los discursos triunfalistas de ZP y de Solbes, como mis análisis clínicos, dirán que España está divinamente, pero los que cada vez llegamos con más tiritones al día 30 sabemos que, digan lo que digan, aquí todo el mundo está tieso, nadie vende una escoba, todo está cada día más caro y un billete de 50 euros cada vez te dura menos.
Como al tabaco le ocurre como a los gobiernos, que aunque te quites de ellos siempre dejan huella, mis pulmones pasan muy mal los inviernos, por mi antigua y fervorosa devoción a Celtas y Gitanes, de cuya fe me hicieron apostatar. Y andaba maluscón, con más frío dentro del cuerpo de lo habitual, en esta Sevilla tan húmeda de los inviernos traicioneros. Total, por hacerles corto el relato, que decidí adelantar la ITV que periódicamente me hace el doctor Celso Pareja Obregón, curtido en las garitas de las urgencias de la Clínica Sagrado Corazón, quien me revivió una vez que llegué allí asfixiándome. Tenía el clásico volante de los análisis, cartilloso de Sanitas total, que me hice antes de acudir a su consulta. Le llevé los análisis, el excelso Celso los miró detenidamente, sacó mi ficha de su ordenador, comparó el papel con los datos del archivo que la pantalla le mostraba, y me dijo:
- Pues estos análisis están magníficos. Mira, hasta el colesterol te ha bajado.
Le dije:
- Los análisis estarán fenómenos, Celso, pero yo estoy malísimo. Hace dos semanas que tengo un frío metido dentro de los huesos que no se me quita...
- Ea, pues voy a auscultarte...
Y me despojé de mis vestiduras, y me metió el fonendo, y me dijo, con la cara muy seria:
- Vete inmediatamente a que te hagan unas radiografías de tórax, porque este pulmón izquierdo no ventila.
Izquierdo tenía que ser el puñetero pulmón... Y me hicieron, vamos, como el IPC de tórax. Volví a la consulta con las radiografías, las miró al trasluz de una pantalla mi salvador galeno y me dijo:
- ¡Con razón tenías tanto frío! Tú lo que tienes es un principio de neumonía como una casa, que menos mal que la hemos cogido a tiempo.
Y aquí me tienen, de la cama al sofá y del sofá a la cama, junto al radiador, con dos chalecos y una bufanda, aplanado por los chutes de antibióticos, sacando fuerzas de flaqueza para no faltar a la cita diaria del artículo, costándome muchísimo trabajo echar fuera el frío que aún tengo en la canina que todos llevamos dentro...
- O sea, que está usted como la economía española según ZP, ¿no? La de las nuevas dos España: la de los datos fenómenos y la de la realidad chunga...
Equilucuá, y ahí es donde quería llegar. Perdonen que me cite. Los amigos que me veían por la calle antes de esta médica reclusión domiciliaria me decían que tenía muy mala cara. Y tanto. ¡Como que se me había puesto cara de metáfora de la economía española! A la economía española le pasa como a mí: que sus análisis están estupendos, que hasta el PIB ha subido una cosa mala. Los análisis que ve el Doctor ZP le hacen decir que «la economía es sólida y España prospera». Pero los españoles sin un duro tenemos una ruina dentro de los huesos del cuerpo y especialmente en los bolsillos vacíos que, digan lo que digan los análisis, sabemos de sobra que lo que ponen no se corresponden con nuestro verdadero estado. Que es el de completamente tiesos. Los indicadores económicos y los discursos triunfalistas de ZP y de Solbes, como mis análisis clínicos, dirán que España está divinamente, pero los que cada vez llegamos con más tiritones al día 30 sabemos que, digan lo que digan, aquí todo el mundo está tieso, nadie vende una escoba, todo está cada día más caro y un billete de 50 euros cada vez te dura menos.
El doctor Celso Pareja Obregón se fió de mi palabra, me auscultó y me hizo unas radiografías. Si mi médico hubiera sido ZP, no habría llegado a escribir este artículo: ya la habría palmado por causa del pulmón, izquierdo tenía que ser el puñetero. Porque, total, como los análisis decían que estaba estupendamente, ¿para qué preocuparse?
Antonio Burgos