Muchas generaciones han dicho "los jóvenes de hoy en día sólo piensan en ellos mismos", pero esta vez, quizás tengan razón.
Recientemente presenciamos una crisis provocada por banqueros, políticos y CEOs egoístas en donde los sistemas y aquellos a los que sirven son incapaces de evitar el abuso colectivo, ¡pero falta lo peor!
Investigadores y sociólogos han identificado un enfoque progresivo del ME (yo) en las últimas generaciones. La “Generación Me”[1], como la llaman algunos, la conforman personas nacidas en las últimas décadas y ahora, está o se prepara para entrar al mercado laboral. En todo el mundo, los hábitos y comportamientos personales de la juventud tienen implicaciones en el futuro de los negocios, así como las interacciones entre jefe y empleado.
En los Estados Unidos, en las últimas décadas, los investigadores [2] han medido el narcisismo – la visión exagerada de uno mismo, falta de empatía, necesidad de ser admirado y experiencias para mejorarse así mismo. Esto ha conllevado a la preocupante conclusión de que los jóvenes se enfocan cada vez más en maximizar o pertenecer a una nueva era, donde muchas personas buscan únicamente su propio bienestar, a menudo, a expensas de otros. Más aún, un creciente número de personas (estudiantes) son reportadas con disturbio de personalidad narcisista (NPD, por sus siglas en inglés).
Pero ¿son los jóvenes y sus comportamientos un producto de sus mayores? El término "padre helicóptero" se usa para describir a los padres que sobreprotegen a sus hijos, evitando que se enfrenten a la realidad. De igual forma, en Escandinavia, se refieren a las generaciones nacidas en los ochentas y principios de los noventas como los “curling kids”, ya que sus padres barren en frente de ellos (como en el deporte del curling), ayudándoles a obtener máximos resultados con el menor esfuerzo.
A diferencia del pasado en donde los nombres se seleccionaban entre ciertas normas, haciendo así que los nombres fuesen muy semejantes, los padres contemporáneos buscan nombres únicos para que sus hijos sobresalgan desde el momento de su nacimiento. Hoy en día, los padres buscan el estrellato en cada niño, muchos de los cuales crecen en pequeñas familias nucleares como hijos primerizos o únicos. Estos niños llegan al mundo con un sentido de la realeza y tendrán dificultades con la obediencia y la autoridad. No es de sorprender que esto tenga un impacto en sus futuras vidas profesionales.
Tal vez, a consecuencia del aumento del narcisismo, los vínculos y relaciones que la gente tiene con su comunidad disminuyen rápidamente. Pero ideas y acciones se relacionan más con recibir que con dar y esto impacta enormemente en los sistemas sociales y, en las empresas y organizaciones, esto puede causar diferentes problemas en todos los niveles. Por ejemplo, los investigadores han identificado que la gente que cree que tiene privilegios especiales activa líneas de culpa y crea discordia entre sus grupos de trabajo.[3]
¿Cómo llegamos a esto?
Los padres, como lo mencionamos anteriormente, tienen en parte culpa (aunque existen diversos efectos positivos en la educación de los niños de hoy en día ya que muchos padres se comunican mejor con sus hijos, comparado con generaciones anteriores). Pero ¿las prácticas en deportes y negocios podrían estar sentando el precedente del aumento del narcisismo y creerse un ser aparte?[4]
El entrenador del Inter de Milán, Rafa Benítez fue cesado debido a la falta de resultados, por lo cual recibió un cheque por más de 3 millones de Euros, además de otras 3 millones de libras que el Liverpool le había pagado por renunciar poco tiempo antes. Esto es más de 6 millones por no dar resultados, estipulado en su contrato privilegiado. Mark Hurd de HP recibió inicialmente un paquete de indemnización de $35 millones después de haber sido despedido por violar la ética. El ex-CEO de BP, Tony Hayward, se quejó argumentando que el desastre de derrame petrolero había hecho estragos en su vida y en medio de la crisis financiera, el mundo observaba a los banqueros alinearse para recibir los paquetes, bonos e indemnizaciones. ¡No es de sorprender que el creerse con privilegios esté fuera de control!
A parte de los padres y las prácticas empresariales, en muchas sociedades occidentales, ciertas tendencias de vida parecen crear un empuje inercial hacia el narcisismo y creerse de la realeza. Primero, tenemos el concepto de trabajador que viaja mucho y que vive en suburbios alejados de las grandes áreas industriales y de oficinas. Esta separación geográfica hace que la gente se aleje progresivamente de su comunidad, en donde viven y sirven, de ahí que su involucramiento cívico disminuya rápidamente [5].
Segundo, desde finales de los años sesenta, se ha generado un enfoque aumentado de la auto expresión y el individualismo. Hoy en día, todos son tratados de acuerdo con sus gustos únicos y personalidad. En estos tiempos, el simple hecho de ordenar un café requiere de un enorme esfuerzo cognitivo dadas las múltiples variantes. El internet en particular ofrece aplicaciones para llegar a la individualización de cualquier tipo, con sitios de redes sociales que permiten a cualquiera lucirse por 15 minutos de fama, diariamente y sin costo.
Finalmente, vemos un impresionante apetito por las celebridades, la riqueza y el materialismo superficial. La gente ahora se puede volver famosa prácticamente de la noche a la mañana y gracias a los servicios de internet de localización de celebridades, podemos saber dónde se encuentran, en cualquier momento. Mickael Vendetta de Francia y la famosa diva Paris Hilton son ejemplos muy claros de la mercadotecnia y consumismo basado en el “Me”.
¿Y dónde quedan los líderes de negocios?
Las consecuencias relacionadas con los recursos humanos y con los líderes responsables de administrar los corporativos del futuro son complejas y ambiguas. Si las nuevas generaciones que entran al mundo laboral son ciertamente más narcisistas y creen que se merecen mayores incentivos sin trabajar honestamente un día y sin hacer un esfuerzo a largo plazo, nos esperan muchos retos, conflictos y actitudes de “paso encima de cualquiera”.
Y debido a que en algunas partes del mundo existe mayor demanda que oferta laboral ¿quién será el que decida?
Los trabajos se irán moldeando progresivamente con un enfoque individual ¡generado por el mismo empleado! Y por aquellas organizaciones que comprendan completamente la personalización de carrera. Las fronteras entre el trabajo y la vida se verán más opacas y casi inexistentes ya que la gente está conectada 24 horas, siete días a la semana. Incluso algunos argumentan que está sobre conectada [6]. Aún más, el cambio entre jefes y proyectos aumentará exponencialmente. Un nuevo trabajador de hoy en el mercado laboral se espera que tenga tres veces más jefes (sino es que más) en su vida, comparado con las generaciones anteriores.
¿Pero todo son malas noticias? No. Siempre y cuando se minimicen los efectos negativos, por ejemplo, enfocarse en metas e incentivos grupales. Las nuevas reglas deben establecerse de manera que impongan cero tolerancia cuando se trate de intimidación, avaricia o cualquier forma de comportamiento narcisista. El equilibrio entre el jefe y sus empleados cambiará y las corporaciones deben estar alertas para estimular continuamente su fuerza de trabajo e inventar nuevas formas flexibles de interactuar y comunicarse con sus empleados. Esto se traduce en roles más interesantes y dinámicos de los gerentes de recursos humanos, quienes deben promover responsablemente la disminución de monitoreo y control y más capacitación, tutoría y discusión. Es una ardua labor después de una crisis financiera.
Aunque algunos de los efectos de creerse privilegiado pueden ser inquietantes, asociales e inapropiados, las nuevas generaciones vienen con muchas ventajas. Veremos una generación de empleados comprometidos, propensos a tomar la iniciativa y vivir más de sus valores que de las normas grupales. Las empresas pueden contar con que recibirán gente conectada globalmente, conocedora de la tecnología y que puede servir como mentores a la inversa. En muchas formas, estamos entrando en la primera vez en la historia de la humanidad en que el "estudiante" está mejor capacitado que el maestro, quien requiere apoyo de su pupilo. Lo más importante es que esta generación buscará empleos con un alto nivel de autonomía, en donde obtendrán el aprendizaje dinámico y experimental así como el desarrollo continuo [7] como individuos.
Por paradójico que parezca en el contexto del narcisismo, las generaciones más jóvenes buscan organizaciones social y ambientalmente responsables y empresas que enfaticen y operen con valores, es decir, practicar con el dicho. La yuxtaposición presenta un concepto de preocuparse por algo universal, distante e intangible, enviado diariamente por los medios y poniendo poca atención al respeto y al entorno más cercano. Algo como donar en caridad pero no hacerlo para ayudar a los familiares más lejanos o a la comunidad. Por extraño que parezca, esto representa una combinación simultánea de alto individualismo y elevado colectivismo. Para los negocios y organizaciones del mañana puede que haya una sola oportunidad de “reparar” esta falla canalizando las necesidades individuales, y agregando altruismo colectivo y comunal.
Notas
[1] http://www.generationme.org
[2] Twenge, J.M. & Campbell, K.W. (2009). The Narcissism Epidemic. Nueva York: Prensa libre.
[3] Karen E. Jehn, Melbourne Business School – consulte por ejemplo: http://www.insideretailing.com.au/Latest/tabid/53/ID/8974/Eliminate-team-disharmony-award-group-level-bonuses.aspx
[4] Estas estructuras no son idénticas pero estrechamente relacionadas. El creerse con privilegios es considerado un componente del narcisismo.
[5] Putnam, Robert D. (2000). Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community. Nueva York: Simon & Schuster.
[6] Davidov, William, H. (2011) Overconnected. Where to draw the line at being online. Londres: Headline Publishing Group.
[7] Generation Y: Realising the Potential. ACCA & MERCER, 2010. www.accaglobal.com
Karsten Jonsen,
investigador de la escuela de negocios suiza IMD,
especializado en Comportamiento Organizacional.
Félix Velasco