jueves, 29 de septiembre de 2011

Bastantes sacrificios


No debería haber ningún sacrificio más por parte del pueblo español, que ha padecido con enorme dureza el ajuste ante la crisis económica sin ninguna ayuda de un Gobierno cuyas medidas la han profundizado y prolongado. Ese ajuste se ha cobrado numerosas víctimas en términos de millones de parados y cientos de miles de empresas que han debido cerrar. Ya son bastantes, ya. Pero cuando el Rey habló ayer de «bastantes sacrificios», evidentemente se refería a que en el futuro habrá más. La incógnita estriba en quiénes han de soportar el grueso de los costes, y a cuánto ascenderán.
Los socialistas actúan como si tuvieran las llaves del paraíso terrenal: si les votamos, todo será regocijo en la tierra progresista prometida, donde manarán leche y miel. Nadie sufrirá, salvo un pequeño puñado de asquerosos ricos, que además se lo merecen, por ser reticentes a arrimar el hombro, etc. La demagogia socialista es irritante, porque han sido ellos los principales responsables de los padecimientos ciudadanos. Su estrategia charlatana y mendaz busca, como siempre, engañar, pero sobre todo salvar los muebles antes de la catástrofe, al módico precio de prometerlo todo sabiendo que no se va a gobernar.El caso del PP es el opuesto. Por primera vez en muchos años la derecha se ve ante la certeza de una victoria electoral, y al mismo tiempo en una coyuntura económica crítica. Dado el panorama en el ala izquierda, cualquier cosa que digan los conservadores será inmediatamente hipertrofiada y distorsionada por una izquierda que conserva su habitual y considerable peso mediático, para hacer llegar el mensaje de que la derecha cercena derechos. Es una mentira fabulosa viniendo nada menos que de los socialistas, como si no tuvieran nada que ver con el desastre presente, pero no por ello van a dejar de esgrimirla si creen que les ayuda electoralmente. Y así, entre demagogias y cautelas, queda oscurecida la única realidad que debería importar: los sacrificios que han sufrido los españoles son bastantes, ya son bastantes.
Carlos Rodríguez Braun
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Félix Velasco

Ante las canas te levantarás

Refiere la Biblia que cuando Dios entregó a Moisés las normas por las que tenía que regirse Israel le dijo de manera taxativa: «Delante de las canas te pondrás en pie; honrarás al anciano, y a tu Dios temerás; yo el SEÑOR». De la nueva sociedad que iba a establecerse en la tierra de Canaán se esperaba que respetara al anciano poniéndose en pie ante su presencia y dispensándole honra. De hecho, se trataba de una norma tan importante que iba emparejada con el mandato verdaderamente esencial que ordena el temor de Dios. No sólo eso. Además aparecía rubricada por la firma del propio Creador. Pocos mandatos habrán recibido nunca una corroboración más elevada y solemne. A casi tres mil quinientos años de distancia, esas palabras salidas de la misma boca de Dios me causan un desasosegante sobrecogimiento. Razones no faltan. Hace apenas unas horas, el gobierno nacionalista de Cataluña informaba de que se suspendían los pagos a las residencias de ancianos. Si hace unas semanas el nacionalismo más fetén y ridículo de los que se dan cita en la Península –Iberia, a decir del extravagante Joan Tardá– dejaba sin servicios sanitarios a miles de catalanes en ambulatorios, hospitales y quirófanos y, la semana pasada, informaba a los presidentes de los colegios de farmacéuticos de Cataluña de que no iban a cobrar, hace apenas unas horas ha decidido anunciar que abandona a su suerte a ancianos y dependientes. Todo ello sucede mientras Artur Mas no sólo mantiene abiertas todas y cada una de sus embajadas fantasmagóricas en el extranjero –la de París, sin ir más lejos, es mucho más lujosa e imagino que más cara que la de España–, sino que además se gasta una cantidad absurda e injustificada en pagar el doblaje de películas al catalán o en expandir tan hermoso dialecto del provenzal por Nueva Gales del Sur o el Yucatán. Ya el bachiller Montilla –que enviaba a sus hijas a un colegio sin inmersión lingüística– prefirió costear la supuesta expansión de la lengua catalana en el extranjero a aplicar la ley de dependencia. Lo más sangrante es que, en esta ocasión, los abandonados son los ancianos, que, por definición, son los primeros a los que tendría que atender, respetar e incluso mimar una sociedad civilizada siquiera porque así sucede incluso en las culturas más atrasadas y primitivas. Me decía un catalán célebre, Pedro Ruiz, que a él le preocupaban mucho más los ancianos que los niños porque, en última instancia, a los niños siempre los recoge alguien mientras que los ancianos no pueden esperar esa suerte. Estoy de acuerdo con él. Cada vez estoy más convencido de que nadie va a echar una mano a los ancianos en esta sociedad y más cuando instancias como el nacionalismo catalán prefieren mantener a sus legiones de pesebreros y paniaguados. Con ese comportamiento, el nacionalismo catalán –y no sólo él– está escupiendo directamente al rostro de Dios, al que la Biblia denomina con el nombre de «Anciano de días». Puede que algunos no le den importancia a estas circunstancias, pero una sociedad que no respeta y cuida a sus ancianos –como es la sociedad construida por el nacionalismo catalán– ha perdido el temor de Dios y sólo puede esperar, tarde o temprano, encontrarse con Su terrible juicio.
César Vidal
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domingo, 25 de septiembre de 2011

Starbucks: cómo abrir 17.000 locales cobrando a 3 euros el café

Todos los españoles que bajan cada día a desayunar al bar de debajo de la oficina saben perfectamente que un café no vale los 80 céntimos que aventuró el presidente del Gobierno en un célebre programa de televisión. Eso sí, tampoco habrá muchos que calculen a que el precio de una taza de su bebida favorita sea de más de tres euros y medio.
La lógica dice que los empresarios buscan ofrecer a sus clientes productos de la mejor calidad posible al precio más competitivo (puesto que, si no lo hacen así, siempre podrá aparecer un competidor que les expulse del mercado). Sin embargo, algunos modelos de negocio desafían las normas que se enseñan en las facultades de economía, muchas veces sin que nadie sepa explicar al 100% cómo lo consiguen.
Puede que Starbucks sea una de esas empresas. Es difícil imaginar un sector más maduro, en términos competitivos, que el de las cafeterías. Además, cada país tiene sus peculiaridades a la hora de tomar café (difieren las horas, el formato, las comidas con las que se acompañan, etc...). Si además te posicionas en el segmento casi del lujo, con un producto que casi triplica en precio al de tu competencia, resulta muy complicado pensar en una proyección mundial. Sin embargo, Starbucks ha conseguido colarse en el reducido y selecto grupo de las marcas globales y ya es, sin duda, la cadena de cafeterías más conocida del planeta, con más de 17.000 locales en una cincuentena de países. Sesenta millones de clientes entran cada semana en alguno de sus establecimientos y muchos de ellos pagan más de 3,5 euros por una taza de caffe latte, un frapuccino o un té. Esta semana, Howard Schultz estuvo en Madrid, presentando su libro, El desafío Starbucks, e intentó explicar cuáles eran las claves de este éxito.
La historia
Starbucks debe su nombre al primer oficial del Pequod, el barco en el que el capitán Ahab perseguía aMoby Dick en la inmortal novela de Herman Melville. También el logo tiene inspiración marina, pues representa una sirena de dos colas. No es extraño en una compañía que nació en Seattle, en el estado de Washington, en el noroeste de EEUU. En 1971, la empresa abrió su primer establecimiento en el Pike Place Market de la ciudad de Microsoft, Frasier o Nirvana (aunque ninguno de estos tres símbolos había nacido todavía). Aquel primer local era simplemente una tienda de grano de café, que no serviría la bebida que le ha hecho famosa hasta 1985.
Impresionado por lo que había visto en una cafetería milanesa, Schultz (por aquel entonces un simple trabajador de la cadena) volvió a EEUU dispuesto a replicar aquel ambiente. El servicio al cliente, la calidad del café o la familiaridad de los camareros italianos hicieron que este empresario pensase en que él podría hacer algo parecido en su país de origen. Por eso, en 1987 decidió comprar la empresa en la que había trabajado y rehacerla conforme a su criterio de lo que debería ser una cafetería. Y parece que acertó.
Los 17 locales de 1987 se convirtieron en más de 1.000 en 1996, incluyendo un establecimiento en Japón como primer destino fuera de las fronteras de EEUU y Canadá. La máquina ya estaba en marcha y a partir de entonces las aperturas se sucedieron a velocidad de vértigo, incluyendo el primer local en España, en la madrileña Plaza de Neptuno. Ahora, la compañía presume de 17.018 locales (sólo Subway y McDonald’s tienen más) repartidos en 50 países, con 71 de esos establecimientos abiertos en España.
La crisis de identidad
Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas para la marca de la sirena. Schultz había dejado la gestión diaria de la empresa en el año 2000 para convertirse en el presidente y director de Estrategia, dejando el puesto de consejero delegado a Orin Smith. Con este cambio, la compañía encaró el nuevo siglo con una obsesión por el crecimiento que, en palabras del propio Schultz, le llevo a perder "su esencia". Starbucks pasó de 3.500 establecimientos en el año 2000 a casi 17.000 en 2008. Pero a pesar de esta expansión, en 2006 y 2007 la compañía vio como por primera vez en su historia se producía una bajada en los resultados. Si a estos problemas internos, se les une la mayor crisis económica del mundo occidental desde la Gran Depresión y la aparición de miles de competidores que, a nivel local, trataban de replicar el modelo de éxito de Starbucks, no es de extrañar que la empresa de Schultz fuera vulnerable, un escenario desconocido para ella hasta ese momento.
El creador del modelo (aunque no fundador de la cadena) tuvo que volver a arremangarse para intentar salvar a su criatura. Y, según lo que cuenta en el libro que ha presentado esa semana, lo consiguió.
Las medidas que tomaron fueron duras, más aún para una empresa que presume de ser algo más que una máquina de ganar dinero. Aparentemente, Starbucks cumple con todos los requisitos de la compañía políticamente correcta: comercio justo (signifique esto lo que signifique), sellos medioambientales, integración en la comunidad, participación de los empleados en las decisiones, etc... Sin embargo, cuando los daños se extendieron a la cuenta de resultados amenazando la supervivencia de la cadena, actuó como el resto de empresas, cerrando establecimientos (unos 800) y despidiendo a parte de sus trabajadores (ellos les llaman "socios", pero los 6.700 que se fueron a la calle no debían tenerlo tan claro). Seguramente fue una decisión empresarialmente lógica y la única que aseguraba que el resto de la compañía podía seguir adelante, pero dañó por primera vez ante la opinión pública la imagen de la empresa.
La resurrección: 2008
Sin embargo, de aquel pequeño bache, Starbucks salió fortalecida. En 2009, por primera vez, laempresa acabó el año con menos cafeterías de las que tenía cuando lo empezó. Esta plan de recortes y la vuelta a los orígenes del negocio, en opinión de Schultz le permitieron volver a crecer con fuerza y en 2010 ya presentaba unos beneficios récords.
En opinión del director general de la compañía, las dos claves de su negocio seguían siendo las personas y el café. Es decir, ofrecer un trato al cliente diferente y más cercano del que puede encontrar en otros locales y al mismo tiempo tener preparado el que consideran como "el mejor café del mundo". Schultz, en la mejor tradición del empresario norteamericano, vende su negocio como una experiencia única, en la que lo más importante es "la capacidad del comerciante de contar una historia" a todo el que entra en su local. Su objetivo es crear lo que denomina como "el tercer espacio": es decir, ese lugar en el que encontrarse igual de cómodo que en casa o la oficina.
Para volver a conseguir esta magia, que en su opinión se estaba perdiendo, empezaron planes de formación con sus trabajadores (incluyendo el cierre de sus tiendas en EEUU durante un día para volver a repensar cómo estaban sirviendo café a sus clientes). También cambiaron y modernizaron el aspecto de sus tiendas, incluyendo el cierre de aquellas que no estaban funcionando: "Necesitábamos redescubrir quiénes éramos e imaginar quiénes podíamos ser".
Todo esto lo cuenta en el libro que ahora hay delante de todos los expositores Starbucks y que se ha colocado en la lista de los más vendidos de The New York Times. Schultz tiene ese aire del empresario moderno que ya ha consolidado su empresa, serio en los negocios, pero al mismo tiempo cercano y que nunca deja demasiado lejos su discurso sobre el compromiso social de su compañía. De esta manera, aparece como una especie de mezcla entre Mark Zuckerberg, Bill Gates y Warren Buffet. Aunque lo cierto es que da la sensación de que se cree su discurso y está enamorado de una empresa que él mismo ha llevado a los cinco continentes desde un pequeño local en Seattle.
Seguramente, a Schultz sólo le quede una pequeña espinita clavada y es posible que sea su próximo reto. El único país de Europa Occidental donde Starbucks todavía no tiene un solo local es precisamente Italia. El lugar donde se le ocurrió la idea de cómo quería que fuese una cafetería es el único que se resiste a su conquista. Quizás el empresario norteamericano piense que nadie, ni siquiera él, es capaz de servir un café como lo hacen los italianos.
D. Soriano
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sábado, 24 de septiembre de 2011

Sistema eléctrico español

Una de las magnitudes más relevantes cuando se trata de cuantificar la fiabilidad de una cierta tecnología eléctrica es la que mide las horas medias de funcionamiento anuales a potencia nominal. Es decir, cuántas horas al año es capaz una central de producir electricidad a plena potencia. Como vimos en el anterior artículo, teniendo en cuenta que un año tiene 8.760 horas, las tecnologías más representativas en España durante 2010 funcionaron las siguientes horas: nuclear (8.028 horas), gas natural (2.564 horas), hidráulica (2.281 horas), carbón (2.174 horas), eólica (2.153 horas), solar fotovoltaica (1.737 horas) y fuel/gas oil (1.634).
Es realmente notable la diferencia en horas de funcionamiento entre las centrales nucleares y el resto de tecnologías. Las nucleares funcionan casi todo el año de manera continua, mientras que las demás funcionan en torno a las 2.000 horas anuales. Como ejemplo, la central nuclear valenciana de Cofrentes detendrá su operación el domingo, por primera vez en los últimos dos años, para recargar combustible. Esta central lleva más de 700 días generando electricidad de forma ininterrumpida. La energía solar fotovoltaica, en cambio, apenas funciona 1.700 horas al año, es decir, opera el equivalente a dos meses al año y los otros diez no produce ni un solo kWh.
Hay dos tipos de tecnologías de generación eléctrica, las fiables y las que no lo son. Las que aseguran nuestro suministro eléctrico y las que no lo pueden hacer. Una central nuclear funciona de media 8.000 horas al año porque tiene la capacidad técnica de hacerlo, un generador eólico funciona de media 2.000 horas al año porque, con la tecnología actual y la distribución de nuestros parques eólicos, eso es todo lo que puedes sacar del viento. Lo mismo sucede con la solar fotovoltaica, que produce únicamente cuando hay sol, o la hidráulica que depende de las precipitaciones. Es decir, estas tecnologías dependen de factores que el ser humano no controla ni predice, son intermitentes y su factor de carga muy pequeño. No pueden asegurar el suministro y no lo podrán hacer hasta que no se desarrollen tecnologías de almacenamiento de energía. La termosolar va por ese camino.
Tenemos otras tecnologías, sin embargo, con las que sucede algo paradójico. Me refiero especialmente a los ciclos combinados de gas natural y a las centrales de carbón. Estas tecnologías podrían funcionar un número elevado de horas anuales, pero no lo hacen ¿por qué? El carbón, a nivel mundial, es la fuente energética que más ha crecido en los últimos años. El gas, por otra parte, es la tecnología que más ha crecido en España. Sin embargo, ambas están disminuyendo sus horas de funcionamiento anuales por dos motivos, las políticas medioambientales y la adulteración que produce en el mercado la legislación a favor de las energías renovables, que expulsan del mismo al resto de tecnologías cuando la demanda eléctrica es baja.
Año a año, las centrales de ciclo combinado van perdiendo cuota de mercado debido a la nefasta legislación en materia energética de la que hacemos gala en este país. Entre el marasmo de inseguridad jurídica que nos asola encontramos el Real Decreto 661/2007 que reza en su Anexo XI: "... los generadores de régimen especial tendrán prioridad para la evacuación de la energía producida frente a los generadores de régimen ordinario, con particular preferencia para la generación de régimen especial no gestionable a partir defuentes renovables". Esta preferencia de despacho de las energías renovables implica, de facto, que si sopla el viento tenemos que apagar las centrales de gas que estén funcionando para comprar, obligatoriamente, todos y cada uno de los kWh de origen eólico.
Esto, que a priori es bueno para mitigar las emisiones de efecto invernadero, es contraproducente para todo lo demás. Primero, crea una inseguridad jurídica que desincentiva las inversiones porque las centrales de gas están funcionando muchísimas menos horas de las que habían determinado en los cálculos de retorno de capital, teniendo ahora serios problemas para recuperar las inversiones. Segundo, no solo nos obligan de forma ineludible a comprar todos los kWh renovables, sino que además cada uno de esos kWh del régimen especial recibe subvenciones y, en algunos casos como la solar fotovoltaica, son 10 veces más caros que un kWh en el mercado. Tercero, las fuertes primas a ciertas tecnologías desincentivan la competencia en el resto de tecnologías. Cuarto, las subvenciones elevadas a ciertas tecnologías desincentivan la investigación y desarrollo de esas mismas tecnologías puesto que ingresarán miles de millones de euros de dinero público de todos modos. Quinto, como consecuencia de las desorbitadas subvenciones, el precio final de la electricidad se encarece cada vez más, llevándonos a una pérdida paulatina de competitividad, a una destrucción de riqueza y a un aumento del desempleo. Pagamos la electricidad un 56 % más cara que en Francia. Por algo será.
En definitiva, por motivos políticos se ha decidido que tecnologías fiables (como el gas) pierdan cuota de mercado para dar prioridad a otro tipo de tecnologías que no son fiables ni competitivas (de ahí que estén primadas). Por si esto no fuera bastante, los días (pocos) que tenemos un exceso de renovables y ya hemos apagado todo el gas que Red Eléctrica permite (por estabilidad en la red), algunos se quejan porque quieren que también apaguemos las centrales nucleares para meter en el mercado más kWh primados a precios desorbitados. Las nucleares son nuestra generación de base, y lo son precisamente porque son fiables. Pretenden que apaguemos una tecnología estable que es capaz de funcionar a plena potencia de manera continua para basar nuestra producción en tecnologías que funcionan el equivalente a 3 meses al año y encima nos cuestan mucho más a todos los españoles. Lo peor es que no es broma, va en serio y los políticos les hacen las leyes a medida... porque la economía, el crecimiento y el desarrollo dan igual, lo importante son los votos.
Manuel Fernández Ordóñez, doctor en física nuclear.
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miércoles, 21 de septiembre de 2011

El Príncipe Felipe recibe a Forética


El Príncipe de Asturias recibió en el Palacio de la Zarzuela a una delegación de Forética, compuesta por la Junta Directiva y representantes de empresas promotoras de la entidad: Adif, Banca Cívica, EADS, Ferrovial, Fundación Solidaridad Carrefour, Gas Natural Fenosa, Grupo Cofares, Grupo Fundosa, Grupo Hospital Madrid, Grupo Norte, Grupo Siro, Grupo Zeltia, IKEA, Merck Sharp & Dohme, Metro Madrid, Novartis, Sanitas, Universidad Autónoma Barcelona, Acción contra el Hambre, Bureau Veritas, MediaResponsable, Servimedia y FVA Management.
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sábado, 17 de septiembre de 2011

Las deuda autonómica bate su propio récord y llega al 12,4% del PIB

La deuda de las comunidades autónomas registró en el segundo trimestre del año su máximo nivel desde 1990 -cuando comenzó la serie histórica- al representar el 12,4 % del Producto Interior Bruto (PIB), según los datos publicados este viernes por el Banco de España. Al término de los seis primeros meses de 2010, la deuda española equivalía al 57,2 % del PIB, con lo que en un año ha aumentado 8 puntos porcentuales.
Tras el Consejo de Ministros, el ministro portavoz del Gobierno y titular de Fomento, José Blanco, ha asegurado que España no tiene un problema de endeudamiento pese a que estos datos muestren un crecimiento de la deuda. Ha puntualizado que el incremento del endeudamiento se ha debido "singularmente" a las comunidades autónomas y ha insistido en que la posición de la deuda española está muy por debajo de otros países europeos como Francia, Alemania o Italia.
Por niveles de gobierno, hubo un aumento de la deuda en todas las administraciones respecto al segundo trimestre de 2010, sobre todo en las comunidades autónomas (23,56 %), seguidas de la administración central (15,93 %) y de los ayuntamientos (3,06 %), informa EFE. En volumen total, el endeudamiento de la administración central fue de 531.994 millones (el 49,4 % del PIB), el de las comunidades autónomas, 133.172 millones (el 12,4 % del PIB), y el de los ayuntamientos, 37.640 millones (el 3,5 % del PIB).
Por comunidades autónomas
Cantabria, con el 75,3 %, lideró el crecimiento de la deuda en el segundo trimestre del año, seguida de Extremadura (50,4 %), Asturias (49,4 %), Murcia (48,8 %) y Castilla y León (46,9 %). En cambio, donde menos subió fue en Canarias (0,8 %) y Galicia (4,8 %).
Respecto a la deuda municipal, Madrid, el ayuntamiento más endeudado en términos absolutos, pasó de 7.145 millones de euros en el segundo trimestre de 2010 a 6.819, lo que supone un descenso del 4,5 %. Por el contrario, la corporación de Barcelona vio aumentar su deuda el 37,4 %, al cerrar el segundo trimestre de este año con 1.091 millones frente a los 794 del mismo periodo de 2010.
En cuanto a las comunidades autónomas, también se situaron por encima de la media (23,5 %), País Vasco (33,84 %), Navarra (31,05 %), La Rioja (30,07 %), Aragón (27,5 %) y Cataluña (26,5 %).
De los 37.640 millones de deuda local del segundo trimestre del año, 29.503 corresponden a los ayuntamientos, de los que 14.737 suponen el endeudamiento de las capitales de provincia y el resto 10.772 a la deuda de las corporaciones de más de 500.000 habitantes (Barcelona, Madrid, Málaga, Sevilla, Valencia y Zaragoza).
Empresas públicas
Además, en el segundo trimestre las empresas públicas adeudaban 56.995 millones de euros (el 5,3 % del PIB), lo que supone el 12,38 % más que en el mismo periodo de 2010.
Las empresas públicas de la administración central cerraron el segundo trimestre con una deuda de 31.521 millones (el 2,9 % del PIB), el 15,9 % más. Las de las comunidades autónomas tuvieron una deuda de 16.341 millones (el 1,5 % del PIB), lo que representa un aumento del 7,98 %, mientras que las de los ayuntamientos registraron una deuda de 9.133 millones (el 0,8 % del PIB), el 8,88 % más.
Libre Mercado
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Locos de tristeza

Leo que un estudio sesudo e intenso de la universidad alemana de Dresde, ha descubierto que de cada diez europeos cuatro padecen enfermedades mentales y neurológicas, es decir, cada año casi 165 millones de personas sufren un desorden cerebral como depresión, ansiedad, insomnio o demencia. No me sorprende. A mí lo que me extraña es que haya seis que vivan esta vida que vivimos y estén psicológicamente sanos. De verdad, ¿cómo lo hacen? ¿Cómo se puede vivir en una tierra enferma y conservar la salud? ¿Cómo se puede soportar tanta prisa, tanto humo, tanto ruido, tanta mentira, y seguir estando equilibrado? Hemos perdido el norte, hemos hecho una sociedad para el tener y nos hemos olvidado del ser. Consumimos compulsivamente intentando llenar un vacío que jamás podremos llenar con cosas. Nos aferramos a las máquinas y a las redes sociales para saber de los otros, para que nos pongan unos cuantos «me gusta» en nuestro solitario perfil, pero eso tampoco llenará nuestra maltrecha autoestima. Nos asfixian hablando de crisis económica y no quieren darse cuenta de que el problema es que su modelo de «bienestar» es una farsa, que para estar bien no necesitamos un crecimiento material ciego, sino una vida más tranquila, más creativa, más amorosa. Escucho a los políticos y sólo veo la carcasa de una realidad. Nos contaminan con palabras vacuas: déficit, bonos… Todo el problema, según ellos, es que no salen las cuentas. ¡Qué brutos, por Dios! El problema, señores, es que no sale la alegría. Es que, cuando se pone el acento de la vida en producir y consumir, nos acabamos volviendo locos. De tristeza.
Paloma Pedrero
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Demagogia pura y dura

Un gobierno agónico, sustentado por un partido que se dice socialista, resucita el Impuesto del Patrimonio con la pretensión de recuperar a parte de su electorado que no le ha abandonado por las medidas liberales que se ha visto obligado a tomar, sino por el camino errático y contradictorio de los últimos tiempos. 
Sin buscar otro ejemplo distinto, el propio Partido Socialista eliminó este impuesto por obsoleto, injusto e inapropiado y ahora, ante unas elecciones, el «candidato» pide a su gobierno que lo vuelva a poner en marcha con el demagógico argumento de que quiere que paguen los ricos para con ese dinero crear empleo juvenil. 
El paro entre los jóvenes españoles llega casi al 50 por ciento, por lo que no es posible que la cantidad «irrisoria» que se a va recaudar con ese impuesto sirva para tan loable fin. Así pues, resulta evidente que se trata de una medida populista de corte electoralista. ¿Por qué no se anuncia que se emplearán todos los medios para encontrar el mucho dinero oculto en la inmensa bolsa de fraude existente? ¿Por qué no se presta a hacer demagogia? Y vaya por delante que lo sensato es hacer pagar más a quien más tiene, pero una medida como la adoptada ayer, en caso de perdurar, sólo lograría desincentivar el ahorro, favorecer la elusión y agredir al contribuyente, pues supone una doble imposición con otros impuestos como el IBI y el Impuesto de circulación. 
Además, el patrimonio procede de una renta que ya ha sido gravada en el IRPF y que cuando dedica parte de la misma al ahorro en inmuebles –el principal ahorro de los españoles–, también tributa en el IVA así como en otras tasas e impuestos.
Carmen Gurruchaga
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miércoles, 14 de septiembre de 2011

Las finanzas regionales, nuestro talón de Aquiles

El lastre que suponen las desarboladas finanzas autonómicas para el conjunto del Estado toma tintes dramáticos. La agencia Fitch fue muy clara ayer: España podría sufrir una nueva rebaja de su ráting en breve debido a las maltrechas cuentas de las comunidades autónomas.
La calificación de cinco de ellas –Andalucía, Canarias, Cataluña, Murcia y Valencia– fue empeorada ayer mismo por la propia agencia y la de otras tantas está en revisión. En el trasfondo, subyacen las dificultades para poner coto al gasto regional.
La semana pasada, la vicepresidenta Salgado reconoció que las CCAA prácticamente habrían alcanzado en junio el límite máximo de déficit previsto para el conjunto del año –1,3% del PIB–. Son este tipo de circunstancias las que hacen que las agencias y los expertos duden de que España pueda cumplir su compromiso de rebajar el déficit público al 6% este año y lo que acrecienta la desconfianza hacia nuestra economía.
Por si fuera poco, al escaso afán de austeridad de los ejecutivos regionales –salvo excepciones– se une la poca capacidad de maniobra de un Gobierno en retirada ahora que las turbulencias han vuelto a los mercados y la economía española da nuevos síntomas de agotamiento.
Se confirma así el enésimo error de cálculo de Zapatero al retrasar las elecciones hasta el 20N. Esperar a que el nuevo Gobierno tome posesión en enero para embridar las finanzas autonómicas sólo añadiría más leña al fuego en que se consume la credibilidad de España.
Editorial Expansión
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domingo, 11 de septiembre de 2011

Si yo fuera rico... dubidubidubidubidubidubidubida

Si yo fuera rico... dubidubidubidubidubidubidubida

Estaría dispuesto a pagar más impuestos, a dar donativos a las ONGs, a apoyar proyectos solidarios y a crear una fundación para los más desfavorecidos, que eso luce mucho y además desgrava.
Sería el adalid de eso que llaman Responsabilidad Social Corporativa, y no me cansaría de repetir aquello de “quiero ser solidario para devolver a la sociedad lo que la sociedad me ha dado”.
No se crean que soy egoísta y que aspiro a los 31.000 millones de dólares que tiene Amancio Ortega, con los míseros 1.500 millones de Emilio Botín me conformo. Y estaría encantado de apoyar la carta que escribió Warren Buffett en The New York Times bajo el título “Dejad de mimar a los super ricos”.
El Oráculo de Omaha -que tiene una fortuna de 50.000 millones de dólares, la tercera mayor del mundo- dice en esa carta que habría que subir los impuestos a las grandes fortunas para que éstas “compartan con la clase media el coste de la factura de la crisis”. Entran ganas de llorar de la emoción ante tal gesto de generosidad.
Un monumento habría que hacer a estos ricos que les ha dado ahora por ser solidarios. Ya lo podrían haber sido hace unos años y no estaríamos ahora en la catastrófica situación en la que nos encontramos. Porque muchos de estos ricos, reconvertidos ahora en la madre Teresa de Calcuta, se hicieron de oro a base de especular con el dinero de la clase media.
Nadie les ha pedido que sean hermanitas de la caridad, pero resulta chocante esta psicosis colectiva que les ha entrado a los ricos por pagar más impuestos. Porque el propio Buffett sabe muy bien que ha estado pagando un 17% de impuestos por los dividendos que recibe de su sociedad Berkshire Hathaway, mientras sus asalariados soportaban tasas del 40% sobre sus salarios.
Se ha puesto de moda, no lo de ser ricos, sino lo de pedir más impuestos. Lo han hecho importantes empresarios franceses con la propietaria de L’Oreal, Liliane Bettencourt, a la cabeza. Están los presidentes de Veolia, Accor, Publicis, Total, Air France-KLM, Peugeot, Danone y Orange, pero también figura Marc Ladreit, presidente de Fimalac, la matriz de Fitch, que fue una de las agencias de ráting que miró para otro lado en la burbuja subprime.
Algunos de los ricos españoles también ven con buenos ojos pedir a Zapatero un alza de los impuestos, pero quieren hacerlo a través del lobby Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC). El martes mantuvieron una reunión para analizar si daban un paso al frente, pero al final decidieron no pronunciarse hasta que el PSOE y el PP presenten oficialmente sus propuestas electorales.
Los Alierta, Botín, Fainé, Florentino Pérez, Isidoro Álvarez, Francisco González, Entrecanales, Brufau, Lara, Roig y Barceló consideran que una petición individual de uno de los empresarios VIP podría afectar directamente a su actividad empresarial en el futuro. También temen que un pronunciamiento en uno u otro sentido pueda ser interpretado como un apoyo a uno de los dos grandes partidos.
Mientras el PSOE ya ha anunciado que el candidato Rubalcaba incluirá el impuesto para los ricos en su programa electoral, la secretaria general de los populares, María Dolores de Cospedal, lo ha rechazado, porque opina que “crearía más paro”. Es evidente que el PSOE intenta movilizar al votante de izquierdas a base de revitalizar la lucha de clases.
Los técnicos de Hacienda andan como locos buscando la fórmula de castigar a las grandes fortunas, pero sólo un poquito, porque el Gobierno intenta evitar que se pueda producir una fuga de capitales. En Hacienda saben que si yo fuera rico contrataría a los Garrigues, Cuatrecasas o Uría, que urdirían complejas tramas societarias para pagar los menos impuestos posibles.
Porque no nos engañemos. Los super ricos pagan los impuestos que ellos quieren y, en cualquier caso, resulta irrisoria la cantidad que se podría recaudar. El alza de impuestos que está planteando el Gobierno es una propuesta más estética y demagógica que real porque si al final se produce una subida del IRPF, probablemente iría para todos y perjudicaría más a las rentas medias.
¿Y si en lugar de tanto discutir sobre subir los impuestos hablamos de recortar costes y de buscar fórmulas para que crezca la economía? Sería un debate mucho más fructífero.
Manuel del Pozo
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Llamazares y demás especuladores

Las declaraciones patrimoniales de los diputados y senadores del reino de España coinciden aproximadamente con lo que cabría esperar de unos señores con sueldos que, en su mayor parte, rondan los diez mil euros mensuales.
Con algunas excepciones, como el Hípico Hacendoso y la Alpinista Aburguesada, dos hormiguitas que ahorrando en el café mañanero se han hecho con un emporio y Fostiatus (C. Vidal dixit), un manirroto sin solución, la inmensa mayoría de nuestros representantes ha acumulado un capital muy apañadito para pasar los rigores de esta crisis y tirar todavía unos años más con cierto confort en el caso de que el próximo veinte de noviembre vengan mal dadas.
Lo que llama la atención de este desnudo patrimonial protagonizado a la fuerza por nuestros diputados y senadores, además de que se fían lo justito del sistema estatal de previsión social, razón por la cual prefieren contratar un plan de pensiones privado, es el destino que han dado al "exceso de tesorería" que su actividad política les reporta.
Sólo hay que dar un repaso a las declaraciones patrimoniales de diputados y senadores para comprobar la querencia de sus señorías por la inversión inmobiliaria y la especulación financiera, precisamente los dos pecados más graves que, a juicio de la casta política, puede cometer un ciudadano. El que más y el que menos dispone de varias viviendas, locales, plazas de garaje y terrenos rústicos, a pesar de que, desde hace años, todos sin excepción, vienen achacando los males que ahora nos aquejan a la "burbuja del ladrillo". Pero es que el dinero que les sobra de pagar la hipoteca de la cuarta residencia lo destinan a la inversión especulativa, directamente en bolsa o a través de fondos de inversión, de forma que esas tremendas diatribas contra los mercados financieros, al parecer van destinadas únicamente al resto de los mortales, para crearles mala conciencia en caso de que decidan rentabilizar el escaso ahorro de que disponen en la misma medida que ellos.
El caso de Llamazares es espectacular. El gran enemigo de la dictadura de los mercados tiene a fecha de hoy 286.000 euros, es decir, casi cincuenta millones de pesetas, invertidos precisamente en estos productos financieros a cuyos gestores acusa de provocar los grandes males de la economía entre el aplauso de los escasos fieles que todavía le quedan a Izquierda Unida.
En lugar de montar una empresa de "Comercio Justo" para aliviar la condición de los agricultores y artesanos del tercer mundo, creando de paso puestos de trabajo para algún camarada menesteroso, el portavoz de la izquierda anticapitalista prefiere invertir el dinero que nos saca del bolsillo mensualmente en productos financieros de lo más variado. Si, como dicen los comunistas, el capitalismo se basa en la avaricia y la explotación, ahí tienen a su portavoz parlamentario dando ejemplo de cómo organiza un marxista sus finanzas en cuanto tiene ocasión.
En su defensa, Llamazares sostiene que un político de izquierdas no tiene por qué vestir con un mono y vivir debajo de un puente. Al contrario, eso es precisamente lo que deberían hacer todos los políticos de izquierdas. Al menos hasta que sus víctimas, ese millón largo de familias que han perdido su vivienda y su trabajo, vuelvan a recuperar el estatus que tenían antes de que toda esta tropa llegara al poder.
Pablo Molina
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sábado, 10 de septiembre de 2011

Entrevista PhoneLearning

Entrevista a Nadine Bogner, socia fundadora y gerente de PhoneLearning, publicada en la revista Yo Dona, el 10/09/11.
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jueves, 8 de septiembre de 2011

Islandia, tierra de gnomos

Imagino que pocos lectores conocerán a fondo esa isla norteña que en nuestros mapas aparece con el nombre de Islandia. Con escasa densidad demográfica –apenas llega a los 350.000 habitantes– su calidad de vida se convirtió en proverbial en las últimas décadas. No se trata sólo de que no pocos europeos ansiaran acabar allí sus días porque existen testimonios repetidos de la presencia de gnomos –aunque ése es el caso de una de mis conocidas– sino de que sus servicios sociales eran un paradigma del estado del bienestar. Con una riqueza basada en la producción geotérmica e hidráulica, la industria del aluminio y la pesca, Islandia se convirtió en casi lo mejor que se puede encontrar en este valle de lágrimas. Entonces, a inicios de este siglo, la situación cambió dramáticamente. La razón fundamental derivó de las oportunidades de ganancias especulativas que ofrecían los bancos. De la noche a la mañana, los islandeses descubrieron el dulce sabor de los beneficios derivados de productos compuestos y de la construcción de inmuebles. De manera inadvertida, pero innegable, aquella situación discurrió en paralelo a una subida espectacular del precio de la vivienda y a una ola de empréstitos que sólo podían satisfacer los bancos extranjeros. No es que las entidades crediticias islandesas carecieran de dinero. Es que no tenían tanto como para satisfacer sus ansias de préstamos. Y entonces sucedió lo que siempre acaba sucediendo. La burbuja inmobiliaria explotó y los bancos no sólo no recibieron la devolución del dinero prestado, sino que, por añadidura, tampoco pudieron hacer frente a los pagos que tenían con la banca internacional. El primer ministro islandés decidió entonces informar a los ciudadanos. Bueno, informar es una manera de hablar porque se aferró a la idea de que no había crisis. Lo negó por activa y por pasiva. El país –¿podía ser de otra manera? – acabó quebrando. Ahora, el primer ministro islandés se va a sentar en el banquillo. La acusación que pesa sobre él es la de haber negado la crisis y engañado a los ciudadanos. Puede que me equivoque, pero al político le esperan largos años detrás de las rejas. Quizá a algunos les parezca demasiado riguroso, pero, personalmente, creo que es lo menos que se puede esperar de una crisis que ha provocado la ruina de multitudes que se han quedado sin empleo, sin ahorros y sin vivienda. Por ejemplo, sería deseable que en España fueran a la cárcel los que desde sus despachos bancarios decidieron conceder préstamos que nadie en su sano juicio podía esperar que se abonarían; los que desde los consejos de las cajas las quebraron en beneficio de políticos y amiguetes; los dirigentes sindicales que, viviendo de nuestros impuestos, están aumentando el número de parados a cada hora que pasa; los políticos que han generado una deuda pública en tiempo de crisis que ha hundido a esta nación para generaciones acercándola ya a la quiebra y, de manera muy especial, el presidente de Gobierno y sus compañeros que negaron la crisis –con el apoyo de instancias como el gobernador del Banco de España– y luego han seguido sin hacer prácticamente nada. Temo que nada de eso suceda. A fin de cuentas, Islandia puede que sea una tierra por la que discurren los gnomos, pero, moral y cívicamente hablando, está poblada por gigantes. 
César Vidal
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martes, 6 de septiembre de 2011

¿Quién sobra?

Durante los últimos años llevamos oyendo, a los menos, y durante los últimos meses a los más, que los recortes en el gasto público son inevitables. El adelgazamiento del aparato burocrático del Estado entendido en su conjunto, es para casi todos una prioridad nacional. Si bien me temo que, como casi siempre en este país, volveremos a colocar vendas sobre carne abierta, de tal modo que nos centraremos en los síntomas sin llegar a profundizar en las verdaderas causas de los males patrios.
El problema no es el gasto público, eso es el síntoma, no la causa. El mal tiene su etiología en una hipervaloración de lo público, hemos convertido a España en un enorme pesebre donde pastan una gran mayoría de ciudadanos, mientras que cada vez son menos los que se dedican a que no falte alfalfa en tamaño continente. Cuando se presta un servicio público, y algunos son necesarios, su coste es muy superior al que tendría si fuese prestado por una empresa privada, y es que en lo público los costes generales son ingentes. Junto a lo anterior existe un feudo de opacidad absoluta en lo referente a lo que los ciudadanos pagan por los servicios que padecen.
En las encuestas realizadas a los estudiantes universitarios, la mayoría señalaba como meta laboral alcanzar el nirvana del funcionariado, es decir, siete horas y media al día, dos meses de vacaciones, despido imposible y retribución superior a la del sector privado, especialmente en los tramos menos cualificados de la escala. Así, en España, sólo los intrépidos que se niegan a admitir la mediocridad de un techo salarial, aspiran a desarrollar su carrera laboral en el mundo privado. La cuantiosa cifra de funcionarios públicos, servidores son muchos menos, obliga a otra no menor de políticos encargados de mantenerlos ocupados, y seguimos sumando. Competencias en educación o medio ambiente, tienen todas las administraciones desde la local a la nacional, pasando por la provincial y la autonómica, y cada una de ellas destina sus funcionarios y sus políticos a tan solapado desempeño.
De repente nos hemos dado cuenta que sobra administración, que somos menos para pagar y más para cobrar, que los números no salen y, por supuesto, todos piensan que sobran los demás. Sin embargo la pregunta se mantiene constante: ¿quién sobra?
Juan Morote
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Al banquillo

Responsabilidades más allá de la política. Eso es lo que pide Dolores de Cospedal para todos aquellos que desde la administración pública han malgastado, despilfarrado o gestionado de manera nefasta los caudales de los ciudadanos. Junto a la presidenta de Castilla La Mancha y secretaria general del PP, lo piden también cientos de alcaldes que se han encontrado con unas arcas esquilmadas por sus antecesores y, por supuesto lo exigimos los ciudadanos que somos al fin y al cabo los paganinis de todo este asunto. 
Cuando alguien pide el voto, se está comprometiendo a administrar con eficacia nuestros impuestos, aunque alguno no se haya enterado, y si su gestión, ya sea por desconocimiento, indolencia, temeridad o exceso de optimismo arroja como balance unas cuentas no aptas para hipertensos, lo menos que podemos reclamar los estafados es la inmediata inhabilitación política del culpable y sus correspondientes explicaciones ante un juez. Ni más ni menos que lo que se le demanda a cualquiera que se dedica a manejar el dinero de una empresa. Malo es que uno pueda llagar a gobernar con la EGB atascada mientras que para ser profesor de flauta en un colegio de secundaria te exijan unas cuantas titulaciones más de las que tienen algunos ministros, pero el colmo de la desfachatez es que encima tengas bula para provocar un descalabro contable e irte de rositas. Ni al Senado, ni al Congreso, ni al Parlamento Europeo: cuando un político se ha gastado el dinero ajeno repartiendo monedas a diestro y siniestro como un padrino de bautizo, lo que se merece es el destierro profesional y un vis a vis con la Justicia, y ahí Cospedal tiene más razón que un santo.
Ely del Valle
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lunes, 5 de septiembre de 2011

Islandia juzga a su ex primer ministro por llevar el país a la bancarrota

Un tribunal de Reikiavik abrió este lunes el juicio contra el ex primer ministro islandés Geir H. Haarde en el que se le acusa de negligencia por su actuación en la crisis causada por el colapso bancario del país en octubre de 2008.
A su llegada a la corte judicial, el conservador Haarde insistió en calificar el proceso de "farsa" y señaló que pedirá al tribunal que cierre la causa porque entiende que se trata de un proceso político, informa Efe.
Haarde está acusado de violar la ley sobre responsabilidad de los ministros y de desoír las advertencias que recibió sobre una inminente crisis de los principales bancos islandeses.
El exmandatario islandés se arriesga a una pena de cárcel de dos años, después de que el Parlamento (Althingi) diera luz verde al proceso hace un año, siguiendo el consejo del informe de una comisión investigadora creada para determinar las responsabilidades en la crisis.
En esa misma votación, el Parlamento exculpó a tres exaltos cargos de su Gobierno, un conservador y dos socialdemócratas, en contra del parecer de la comisión investigadora.
Haarde será juzgado por el Landsdómur, un tribunal especial que nunca antes había actuado desde su creación en 1905.
El colapso económico en octubre de 2008, que obligó al Gobierno a nacionalizar los principales bancos del país, colocó a Islandia, que ha recibido ayuda del Fondo Monetario Internacional (FMI), en la peor crisis de su historia reciente.
Las protestas populares provocaron en enero de 2009 la caída del gobierno de coalición entre el conservador Partido de la Independencia y el Partido Socialdemócrata que encabezaba Haarde, que se retiró de la política al descubrírsele un tumor cancerígeno.
La izquierda, en una coalición entre socialdemócratas y "rojiverdes", gobierna con mayoría absoluta desde 2009 un país que negocia su entrada en la Unión Europea (UE), complicada por la disputa que mantiene con el Reino Unido y Holanda por la indemnización a ahorradores de estos países tras la quiebra del banco islandés Icesave.
Los islandeses rechazaron en abril pasado, por segunda vez en un año, una ley para indemnizar a los ahorradores británicos y holandeses y el caso ahora parece destinado a ser resuelto en los tribunales europeos.
Libre Mercado
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Félix Velasco

Rodiezmo exige lo que Zapatero ya no le puede dar


La localidad leonesa de Rodiezmo acoge cada año una de las fiestas más representativas del rico folclore de la izquierda, a la que hasta el año pasado solía asistir lo más granado del Gobierno de Zapatero con el presidente a la cabeza. El curso político socialista abría sus puertas con esa exhibición de demagogia sindical enriquecida con los tópicos habituales en contra de la libertad, que finalizaba con los presentes entonando el cántico bajo cuyas estrofas han muerto asesinados más de cien millones de seres humanos. Acto seguido, las estrellas invitadas montaban en sus coches oficiales y regresaban a sus lujosos retiros estivales para agotar los últimos días de "merecido" descanso.
Pero Zapatero es un agente destructivo de tal magnitud que también ha acabado con la tradición que exigía su presencia entre la nutrida concurrencia de prejubilados de lujo de la minería de la zona, dispuestos a aplaudir hasta la extenuación cualquier mensaje en contra de los principios que permiten la existencia de sociedades libres y prósperas.
Ahora bien, no es que el presidente del Gobierno haya cambiado de ideas en un arrebato de sensatez y por ello haya declinado tan "selecta "invitación. Al contrario, Zapatero sigue siendo tan sectario como cualquiera de los habituales asistentes a la fiesta leonesa. Sucede simplemente que ya no le quedan ni recursos ni margen de maniobra para seguir dilapidando el dinero ajeno en beneficio de sus partidarios, por lo que su presencia en Rodiezmo ha sido cancelada, por segunda vez consecutiva, al objeto de no sufrir en sus propias carnes las iras de los que hasta hace dos años lo ovacionaban como un gran estadista.
Los dependientes del socialismo exigen su dosis, pagada naturalmente con dinero de los demás, y el encargado de suministrársela ya no puede hacer frente al coste que supone el seguir alimentando tanta adicción.
Los socialistas son incapaces de acometer la tarea de gobernar con ecuanimidad política y solvencia económica. Lo suyo es la coacción hacia el discrepante y el derroche indiscriminado para mantener cautivo a un importante sector de la sociedad que le permita perpetuarse en el poder, y si en estos momentos no son capaces de cumplir las expectativas de sus simpatizantes y electores es simplemente porque el desastre económico provocado por sus líderes hace inviable mantener ese alocado ritmo de dispendios a que todos ellos estaban acostumbrados.
Que nadie se engañe, ni siquiera los prejubilados de oro de la minería. Zapatero sigue siendo tan "rojo" como el que más y sus ideas continúan petrificadas en el duro granito de la ortodoxia marxista. Si no fuera por los previsibles abucheos, hubiera estado este año también en Rodiezmo elevando soflamas decimonónicas junto al marmolillo ideológico de Alfonso Guerra. Con puño en alto o sin él, Zapatero sigue siendo socialista. En el más amplio y lamentable sentido del término.
Libertad Digital
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Félix Velasco

Zapatero costó a España medio billón de euros


Algunas comparaciones son odiosas. Éste es el caso del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. Su mandato concluirá el próximo mes de noviembre tras casi dos legislaturas en el poder. Es tiempo, pues, de hacer balance, y en materia económica el resultado no es, precisamente, positivo si se equipara, por ejemplo, al efectuado por Alemania, principal locomotora de Europa.
Zapatero ha tratado de capear la crisis incurriendo en uno de los mayores deterioros presupuestarios de los países desarrollados (OCDE). Así, el Gobierno decidió echar mano de los 20.066 millones de euros de superávit público registrados en 2007 para, posteriormente, incurrir en un déficit de 45.189 millones en 2008, 117.306 millones en 2009, 98.227 millones en 2010 y algo más de 60.000 millones en 2011 (si cumple sus previsiones).
En total, un coste fiscal de casi 341.000 millones de euros durate la crisis, dejando así, de forma directa, una factura media de 24.000 euros a cada contribuyente neto. No en vano, cuando Zapatero abandone el poder la deuda pública de España casi se habrá duplicado, desde el 36% del PIB en 2007 hasta rozar el 70% en 2011.
Sin embargo, el cómputo total de su balance no acaba aquí. En este sentido, cabría preguntarse qué habría pasado si Zapatero hubiera gestionado las cuentas públicas de otra forma. Y es que, aunque resulta casi imposible calcular exactamente la riqueza que ha destruido el presidente desde su llegada a la Moncloa, hay dos elementos cuyas pérdidas son cuantificables: el incremento del gasto público y el coste de la legislación laboral. Juan Ramón Rallo ha evaluado ambas variables y el resultado habla por sí solo.
El gasto crece un 50%
Desde 2003 a 2010, el gasto público español se disparó desde los 300.000 millones de euros anuales hasta los 477.000, un aumento superior al 50%. Lo más sorprendente es que el grueso de dicho incremento no se produjo durante la crisis sino en plena burbuja crediticia, en la primera legislatura de Zapatero. En concreto, el gasto público anual creció en 112.000 millones de euros desde 2003 a 2007, casi un 40% más, mientras que entre 2007 y 2010 lo hizo en 65.000 millones, un 15%.
¿Qué pasó, por el contrario, en Alemania? Desde 2003 a 2010, Berlín apenas aumentó el gasto público desde los 1,05 billones de euros hasta los 1,16 billones, casi un 10%. En concreto, desde 2003 a 2007, el gasto anual sólo se expandió en 10.000 millones (menos de un 1%) y entre 2007 y 2010 lo hizo en más de 100.000 millones, alrededor del 10%.
De este modo, si Zapatero hubiese seguido los pasos de Alemania, congelando el gasto público entre 2003 y 2007, España contaría hoy con un superávit de 14.000 millones de euros (el 1,3% del PIB), "aun cuando se hubiese prestado la misma protección social que se ha prestado durante la crisis".
El coste de la no reforma laboral
Pero a ello se suma, además, el coste de no haber efectuado la reforma laboral precisa para generar empleo, tal y como vienen demandando desde hace años la mayoría de organismos internacionales y numerosos economistas.
Entre 2007 y 2010, Alemania no ha crecido mucho más que España -un 2,7% frente a un 1%, respectivamente-, pero mientras que la tasa de paro germana ha bajado del 8,3% al 6,8% la española se ha disparado desde el 8,2% hasta el 20%.
De hecho, el resultado es similar si se compara con los países europeos rescatados (Grecia, Irlanda y Portugal): la economía helena creció un 1,3% entre 2007 y 2010 y su tasa de paro aumentó del 8,3% al 12,5%; Irlanda sufrió una caída del PIB del 20% y su desempleo se incrementó del 4,5% al 13,6%; Portugal se expandió un 2,3% y su paro subió del 8,1% al 11%.
Es decir, el peor de los países intervenidos, Irlanda, goza de una tasa de paro 6,5 puntos inferior a la de España, pese a que su PIB se desplomó un 20%. La clave del problema radica en una "legislación laboral controlada por los sindicatos que bloquea la creación de cualquier puesto de trabajo", alerta Rallo.
Si Zapatero hubiese flexibilizado el mercado de trabajo en 2007, el paro no debería ser hoy muy superior al de Irlanda. "Siete puntos menos de paro se habrían traducido en muchos menos subsidios de desempleo, en concreto, unos 12.000 millones de euros menos al año".
Resultado: medio billón de euros
La suma de las dos variables citadas arroja el siguiente resultado: entre 2007 y 2011, España ha gastado cada año unos 112.000 millones de euros más de lo necesario debido al sustancial aumento de gasto público de la primera legislatura; y otros 12.000 millones de euros extra al año en subsidios de desempleo gracias a la actual legislación laboral. "En total, medio billón de euros que Zapatero, y unas autonomías y sindicatos a los que se no atrevió a poner coto, han tirado por el desagüe en apenas una legislatura. La mitad del PIB de España", concluye.
Libre Mercado
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