YA es difícil de explicar, además de imposible de entender, que una personita del perfil y la experiencia de Bibiana Aído llegara a ser ministra en el Gobierno de España. Ni la partitocracia numantina que practican con tanto entusiasmo, al alimón, el PSOE y el PP sirve para razonar una ascensión tan vertiginosa de alguien cuyos méritos políticos, académicos, cívicos o de cualquier otra naturaleza están por debajo de la media de los de millones de españoles beneficiados por los estudios de rango superior. Tampoco entra en el capítulo de lo fácilmente asimilable que la tal Aído, designada como ministra, mermara, de la noche a la mañana y sin amago alguno de protesta o dimisión, a la también excesiva condición de secretaria de Estado; pero así son, y así brillan, las mañas políticas de José Luis Rodríguez Zapatero y su cómplice principal y mejor cualificado Alfredo Pérez Rubalcaba.
El Gobierno se empeñó en que Aído tuviera cargo y sueldo en la entidad de nueva planta y crecido presupuesto, obra querida de Ban Ki-moon, ONU Mujeres y, no sin esfuerzo y gasto, consiguió para ella un puesto de asesora, canonjía dotada con cien mil euros anuales. El ABC de ayer —véase— pormenorizaba los detalles de tan poco sutil designación y tan burda entronización. También hay que anotar en la lista de lo inexplicable la falta de crítica del PP, y de los demás partidos del espectro, ante tan caprichosa decisión; pero, sobre todo, habría que conocer el argumento por el que España respaldó, el año pasado, la creación de esta nueva entidad de las Naciones Unidas que, desde septiembre, preside la que fue presidenta de Chile, Michelle Bachellet. Más todavía, por qué nuestro país, tieso como la mojama, se permite dotar a tan innecesaria entidad, con cargo al Presupuesto de 2011, y de momento, con más de 25 millones de euros. Noruega, en donde atan los perros con bacalao, es con 15 millones el segundo contribuyente para el sostenimiento de tan inútil oficina.
Así se va escribiendo la Historia, sin mucho alboroto para evitar la excitación colectiva que merecen el desmán y el despilfarro de quienes gobiernan o les socorren con sus silencios desde las trincheras dizque la oposición. España contribuye a ONU Mujeres —UN Woman— con una cantidad anual que es cuatro veces mayor que la aportada por EE.UU., doce veces más elevada que la de Alemania y setenta y cinco veces la de Francia. Ni la ligereza con que Zapatero y su equipo se enfrentan al gasto público sirve para justificar este capítulo del despilfarro nacional; pero, sobre todo, ¿qué puñetera falta le hace al mundo un engendro semejante?
Manuel Martín Ferrand
FVA Management - Blog
Félix Velasco
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