Porque, entérense todos, no es un recorte congelar las pensiones ni alargar la edad de jubilación. No es un recorte bajar el sueldo a los funcionarios. No es un recorte suprimir la desgravación de los 400 euros y el cheque bebé. No es un recorte limitar la prestación por desempleo de larga duración. No es un recorte facilitar las causas de despido. No es un recorte rebajar los fondos de ayuda al desarrollo, restringir el presupuesto de investigación y suspender la mayoría de las obras públicas. Nada de eso son recortes, incluso aunque algunos les6 parezcan a ustedes razonables y hasta insuficientes, y por más que hayan provocado una huelga general. Zapatero jamás ha recortado ni recortará derecho ni bienestar social alguno, y sólo suponer que haya podido pensarlo siquiera es una despreciable bellaquería que retrata a quien la formule. Sobre todo si es del PP.
En cambio, anunciar tras un atentado mortal que se ha suspendido el diálogo con ETA y continuar negociando no constituye en modo alguno una mentira bellaca. Ni negar que se ha pagado un rescate a unos piratas que han festejado el cobro con una fiesta. Ni prometer el pleno empleo. Ni, por descontado, insistir durante casi dos años en que la mayor recesión del siglo era una tormentilla pasajera. En Google hay 228.000 resultados sobre «las mentiras de Zapatero». Pura insidia: se trata de leves disimulos tácticos, errores bienintencionados o simples apreciaciones inexactas basadas en un mal cálculo. De otros, naturalmente, porque él nunca se equivoca.
Sostenía Humpty Dumpty, el siniestro huevo parlante del sueño de Alicia, que las palabras sólo significan aquello que el que manda desea que signifiquen. En eso consiste el poder. El viejo Mitterrand, que en punto de cinismo superaba de largo a Zapatero si bien lo expresaba de forma más inteligente, dijo una vez que en política sólo se puede engañar a quien está dispuesto a creerte. Y en ese sentido nuestro presidente no miente ni engaña; simplemente ejercita su poder de determinar los significados del lenguaje según un ejercicio revolucionario y bipolar que consiste en considerar bueno y de izquierdas todo lo que él dice y hace, y malo y de derechas todo lo que hacen y dicen los demás. Es decir, esa abrumadora, oceánica mayoría de bellacos que no sabemos distinguir las evidencias.
Ignacio Camacho
FVA Management
Félix Velasco - Blog
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