Permítanme hacer un poco de memoria. Durante el último Debate sobre el estado de la Nación, el presidente del Gobierno nos trajo la buena nueva de que la economía española estaba acelerando su crecimiento durante el segundo semestre del año. Eufórico por ello, Zapatero dio alas a sus dotes de adivino y, ni corto ni perezoso, nos dijo que la economía española concluiría el ejercicio con una tasa de crecimiento algo superior al 1%. Y, ya puestos a realizar vaticinios prodigiosos, nuestro particular Merlín de la economía y la política nos permitió entrever en 2012 un futuro en el que volvería la creación de empleo. Desde luego, no sé quién es el responsable en Moncloa de las previsiones económicas, pero, a la luz de los datos que acaban de publicarse sobre la evolución de la actividad productiva en nuestro país en el periodo abril-junio, habría que despedirle ya mismo porque no ha dado ni una. La economía no va a más, sino a menos, y ya nos podemos ir olvidando de la creación de empleo, si es que alguien, en algún momento, llegó a creérselo.
La cuestión verdaderamente importante, en cambio, no es si Zapatero nos mintió o no cuando avanzó semejantes pronósticos, porque faltar a la verdad ya se ha convertido en él en norma y porque, a fin de cuentas, ya es un presidente, y un político, amortizado. Por lo que de verdad tenemos que preocuparnos ahora es por lo que va a pasar con las cuentas públicas de aquí a fin de año, o de aquí a las elecciones. Los datos de crecimiento económico que acabamos de conocer son peores que el peor de los escenarios barajados por el Gobierno y amenazan con deteriorarse todavía más y devolvernos de lleno a la recesión. Las consecuencias presupuestarias de este comportamiento son obvias: una recaudación tributaria muy por debajo de lo previsto y mayores pagos en prestaciones por desempleo debido a un incremento del paro mayor de lo estimado, todo ello en medio de la grave crisis fiscal que azota a este país. En resumen, que las previsiones de déficit público para este año no se van a cumplir ni de lejos.
Lo que viene a continuación ya se lo pueden imaginar: en cuanto los mercados se percaten de ello, que será más bien pronto que tarde, van a volver a meter más y más presión sobre la deuda española. Vamos, que casi tenemos servida la crisis de deuda para el próximo otoño porque las cosas van peor de lo que se dijo y porque el Gobierno ni hace nada al respecto ni adelanta las elecciones para que puedan venir otros a poner orden en el presupuesto. En resumen, que a ZP no le salen las cuentas: ni las económicas, ni las políticas.
Emilio J. González
FVA Management - Blog
Félix Velasco
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