domingo, 17 de abril de 2011

Mister Bean, en China


Todavía nos va a dar grandes tardes de gloria. Cuando anunció su retirada sentí un cierto pellizco de desamparo, temiendo que de la noche a la mañana los columnistas nos fuésemos a quedar sin el mejor sostén de nuestros jornales durante los últimos siete años; empero, el tiempo que le queda de mandato augura momentos esplendorosos, como el de China, agrandados por la inevitable sensación que empieza a dominarle de sentirse suelto de manos. Será un calvario para la nación, desgobernada (más si cabe) en medio de un vacío de poder, pero hay un dicho anglosajón que dice que lo que es malo para el país es bueno para el periodismo, y viceversa. Cada uno a su avío, pues; a la mina de despropósitos que ha sido esta Presidencia le restan aún por explotar vetas más que prometedoras.
El viaje a China ha estado a la altura de sus ocasiones más refulgentes. Hay circunstancias en las que algunos personajes públicos insisten en parecerse a su caricatura, y en el periplo asiático Zapatero ha sido más Míster Bean que nunca. El sainete de la falsa inversión del fondo soberano chino, que ni era inversión, ni era de un fondo soberano, ni tal vez tampoco fuese chino, se le puede achacar a algún funcionario sobreexcitado por el ansia propagandística de vender logros o perdido, lost in translation, en las complejidades de la traducción de un exótico idioma; pero la ramplona metáfora del trasatlántico —¡en el aniversario del «Titanic»!— es propia e intransferible de nuestro singular genio sin lámpara, igual que el conseguido disfraz de reportero de «Caiga quien caiga». Toda la gira ha sido un vodevil de incompetencia, desorientación, imprudencia y nervios, un desquiciado enredo de errores sin la grandeza de la comedia shakespereana. Y el primer actor ha cosechado insuperables registros jocosos. Encadenados uno detrás de otro. Uno: el ya citado patinazo del fondo que iba a comprar las cajas. Dos: el anuncio de que no habrá más ajustes y la automática subida de veinte puntos en la prima de riesgo de la deuda. Tres: la proclama optimista del momento económico el día en que se anunciaban los cinco mil despidos de Telefónica, el ERE de Bimbo y el cierre de PC City. Cuatro...
Sí, ya, no tiene gracia. Es España entera la que hace el ridículo cuando su presidente se muestra tan fiel a sí mismo. Y el símil del transatlántico no carece de rigor cuando se piensa en un capitán que abandona el puente de mando y baja a dirigir la orquesta mientras el barco navega hacia la catástrofe. Pero, qué quieren que les diga, o lo tomamos con humor o nos hundimos en la más negra melancolía. Bailemos hasta que el agua irrumpa en el salón de fiesta. La música es alegre, el ambiente está animado y falta por sonar el vals de las primarias...
Ignacio Camacho
FVA Management - Blog
Félix Velasco

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