Se vende caja con una gran red comercial, activos que algún día valdrán algo y libre de políticos, que es como decir libre de cargas.
Este anuncio valdría para cualquiera de las entidades que ahora se ofrece en los mercados y visto así, si el descuento es bueno, parece un chollo. Lo que hace sospechosa este tipo de propuesta es que el Gobierno esté empeñado en convencernos de que los chinos y los cataríes están muy interesados. ¿De verdad los chinos y los cataríes quieren comprar las cajas?
Hasta hace poco estos potenciales inversores no hubieran sido tenidos en cuenta aunque hubiesen llegado con el dinero entre los dientes y una gran cesta de rosas en las manos. ¿Qué es lo que ha cambiado?
Ha cambiado la necesidad. España necesita el dinero de cualquier inversor, venga de donde venga, y esa ansiedad lleva a nuestro presidente a precipitarse y a anunciar grandes noticias sin que sean ciertas. Cuando alguien está tan desesperado, oye lo que quiere oir aunque se lo digan en chino.
No creo que ni cataríes ni chinos tengan un especial interés en las cajas, por mucho que les sobre el dinero. Hay otros lugares y sectores, que conocen mejor, donde gastarlo. De hecho, no han dudado en desautorizar al Gobierno cuando ha creado falsas expectativas sobre sus intenciones. Más bien parece que los chinos y los cataríes son los ganchos que utiliza el Gobierno para atraer a otros potenciales compradores. Son los que permiten a Zapatero gritar aquello de “¡me las quitan de las manos, oiga!”.
En un mercado, como el español, en el que el negocio financiero se ha jibarizado, y donde los ahorradores desconfían, no me imagino a los clientes depositando su dinero en entidades controladas por chinos o cataríes. En eso los españoles somos de barrio y nos gusta la cercanía, hasta el punto de que ni siquiera la banca europea se ha hecho un hueco significativo.
Quién va a comprar entonces unas cajas de las que todos, empezando por el Gobierno, han creado la sensación de que están en proceso de descomposición. No lo harán los grandes bancos españoles porque para ellos es más cómodo recoger, sin arriesgar, parte del negocio de las cajas que les llega por el efecto estampida.
¿Para qué quieren los grandes una gran red si lo que sobra por todos los lados es precisamente red? No lo harán los minoritarios, escarmentados de tantos productos malos que les han colocado en el pasado. Y no lo harán los bancos extranjeros porque España suena a riesgo y eso es lo último que les apetece correr. Así, muy pocas cajas tendrán suerte en el mercado, y sólo si salen muy baratas. El Frob, en esta tesitura, es la única salida.
Iñaki Garay
FVA Management - Blog
Félix Velasco
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