Las cifras que el ministro de Educación ha ofrecido tras el Consejo de Ministros de este viernes son para que los rectores de las universidades públicas españolas procesionaran el lunes próximo a las puertas del Ministerio, cada uno con su escrito de dimisión irrevocable bajo el brazo. El 30% de los alumnos universitarios no acaba sus estudios, lo que nos cuesta a los españoles la friolera de tres mil millones anuales, tenemos ocho veces más universidades que cualquier país de nuestro tamaño y ninguna entre las 150 primeras del mundo, argumentos suficientes para que la Real Academia pusiera la fotografía de una universidad española encabezando la entrada "despilfarro".
La endogamia en el profesorado, que permite a los catedráticos convertir los departamentos en círculos familiares y de amistad, es otro de los factores que explican el desplome absoluto de la enseñanza superior española, en la que ni siquiera los profesores son capaces de aportar al mundo de la ciencia y el conocimiento experiencias, investigaciones o hallazgos estimables.
Excepciones las hay, claro, y son todavía más valiosas por ser eso, una anomalía en la mediocridad a la que tiende el conjunto de la organización universitaria como consecuencia irreversible de su propio diseño.
A expensas de conocer las conclusiones de ese panel de expertos designado por el ministro –por supuesto "de todas las ideologías", faltaría más-, la reversión de un sistema viciado como el universitario simplemente aplicando ciertos retoques se antoja complicado. Eso sin contar las movilizaciones de la muchachada estudiantil, cuyos dirigentes seguramente ya estarán fijando el calendario de algaradas para no coincidir con las vacaciones estivales y los puentes de las festividades más señaladas.
El mundo universitario es una simbiosis perfecta en el que unos medran por enchufe, a cambio de que otros obtengan su título sin demasiado esfuerzo y todos vivan como Dios. Si el ministro se atreve finalmente a tocar cualquier extremo de la ecuación, el follón está garantizado. Que se vaya preparando para un otoño calentito, calentito.
Pablo Molina
FVA Management - Blog
Félix Velasco
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