Cuando tras demoras considerables, los pacientes que llegaban a los centros de atención del Institut Català de Salut (ICS) tenían la suerte de ser atendidos por los médicos de cabecera o urgencias y, a veces incluso, la de ser examinados por especialistas y sometidos a pruebas complejas o intervenciones quirúrgicas, se consolaban pensando que cualquier usuario de la sanidad pública pasaba por una odisea similar en Cataluña. Eso era antes de los recortes impuestos por el gobierno del Sr. Mas durante el último año, pues ahora los pacientes pasan a engrosar interminables listas de espera y aguardan con angustia el momento de recibir la atención médica que precisa. La mayoría de los catalanes continúan soportando con cierto estoicismo la angustia de esa espera creyendo ingenuamente que todos sus conciudadanos pasan por semejante pesadilla.
Y así es, pero al parecer sólo para los catalanes que comparten las atestadas salas de espera en los centros sanitarios públicos. Hace unos meses, tuvimos noticia de que un distinguido miembro de CDC, al que el Sr. Pujol despidió con cajas destempladas tras muchos años de servicios en Madrid –¿se habría tal vez contaminado con polen madrileño de manolas como insinuaba su profesional florista de cabecera?– y regenta desde entonces un floreciente despacho de abogados en Barcelona, había sido ingresado en el hospital del Valle Hebrón e intervenido en un quirófano abierto expresamente para realizar esa operación el día de Pascua, festivo a todos los efectos en Cataluña. Noticias posteriores sugerían que no se trataba del insigne político sino de un primo suyo con el que compartiría su nombre y primer apellido. De ser cierta la rectificación nunca desmentida, la intromisión resultaría incluso más preocupante al confirmar que la influencia de los políticos convergentes alcanza incluso a los parientes en segundo grado de consanguinidad.
No parece que se trate de un caso aislado. Hace unos días se publicó otra noticia que apunta a que "una vez más, un antiguo dirigente vinculado al pujolismo", en este caso un ex-conseller de Jordi Pujol en los años 90, se habría saltado todos los protocolos hospitalarios, obligando a reubicar a otros enfermos para instalarlo cómodamente en la habitación 812 del hospital del Valle Hebrón, para evitarle la enojosa situación de compartir habitáculo con otro paciente como hacen los ciudadanos de a pie. ¿Cómo se sentirán al leer semejantes noticias los numerosos enfermos que pasan varios días hacinados en los pasillos de las dependencias de urgencias sin derecho a un mínimo de privacidad y reciben el alta sin llegar a pisar planta? Seguro que ninguno habrá tenido por vecino de camilla al Sr. Mas, al Sr. Boi Ruiz o al Sr. Mas-Colell, los responsables principales del salvaje desmantelamiento de la sanidad pública en Cataluña.
¡Y uno que creía que los únicos privilegios de que disfrutaban los miembros de corrupción democrática de Catalunya se reducían a conseguir que sus próceres más eximios fueran exculpados de los presuntos delitos que se les achacaban para no herir los sentimientos patrios; a disfrutar de libertad provisional mientras se dilatan sin cuento los juicios en que están imputados –como ocurre con el Sr. Osàcar, secretario personal de Artur Mas (1990-95) y tesorero de CDC (1995-2010), al que presuntamente el Sr. Millet, expoliador confeso del Palau, le pasaba un porcentaje de las cantidades que "recaudaba" de empresas a las que los gobiernos de la Generalitat presididos por el Sres. Pujol y Mas habían adjudicado millonarias obras públicas–; a que recibirán, si acaso llegan a ser condenados un día, un trato exquisito mientras cumplen en prisión sus penas! Ahora parece que también pueden saltarse a la barretina –por estas tierras está mal visto decir "saltarse a la torera"– las listas de espera de la sanidad pública. "Menos con Mas: el cambio continúa".
Clemente Polo
Félix Velasco - Blog
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