Leo que un estudio sesudo e intenso de la universidad alemana de Dresde, ha descubierto que de cada diez europeos cuatro padecen enfermedades mentales y neurológicas, es decir, cada año casi 165 millones de personas sufren un desorden cerebral como depresión, ansiedad, insomnio o demencia. No me sorprende. A mí lo que me extraña es que haya seis que vivan esta vida que vivimos y estén psicológicamente sanos. De verdad, ¿cómo lo hacen? ¿Cómo se puede vivir en una tierra enferma y conservar la salud? ¿Cómo se puede soportar tanta prisa, tanto humo, tanto ruido, tanta mentira, y seguir estando equilibrado? Hemos perdido el norte, hemos hecho una sociedad para el tener y nos hemos olvidado del ser. Consumimos compulsivamente intentando llenar un vacío que jamás podremos llenar con cosas. Nos aferramos a las máquinas y a las redes sociales para saber de los otros, para que nos pongan unos cuantos «me gusta» en nuestro solitario perfil, pero eso tampoco llenará nuestra maltrecha autoestima. Nos asfixian hablando de crisis económica y no quieren darse cuenta de que el problema es que su modelo de «bienestar» es una farsa, que para estar bien no necesitamos un crecimiento material ciego, sino una vida más tranquila, más creativa, más amorosa. Escucho a los políticos y sólo veo la carcasa de una realidad. Nos contaminan con palabras vacuas: déficit, bonos… Todo el problema, según ellos, es que no salen las cuentas. ¡Qué brutos, por Dios! El problema, señores, es que no sale la alegría. Es que, cuando se pone el acento de la vida en producir y consumir, nos acabamos volviendo locos. De tristeza.
Paloma Pedrero
FVA Management - Blog
Félix Velasco
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