sábado, 5 de marzo de 2011

Disfrutando de la democracia


¿A quién no le gustaría ser, siquiera por unas horas, como aquel Pedro Recio de Tirteafuera, que con una varilla de ballena en la mano le iba indicando al afligido Sancho, gobernador de la ínsula Barataria, qué platos eran nocivos para su estómago? Está en la naturaleza humana encumbrarse de sabihondo, aunque se carezca de sabiduría alguna; y todavía más hacer alarde de ella ante la primera víctima que se cruza en nuestro camino, aprovechando además para darle tirones de orejas. Zapatero, harto de que se lo tomen a chirigota por estos pagos, ha encontrado en Túnez alivio a su sabihondez; y allá que se nos ha ido el hombrín, con su varilla de ballena, a pegar a los tunecinos la tabarra con su abuelo, más paseado que las momias de Guanajuato, y a enseñarles a disfrutar de la democracia:
—No saben cuánto se puede disfrutar de la democracia —les ha dicho, con el mismo tono apodíctico que emplearía un profesor de Educación para la Ciudadanía para explicar las ventajas del sexo con condón—. Incluso, como es mi caso, se puede llegar a ser presidente del Gobierno.
Y con la democracia, como con el sexo con condón, se puede disfrutar de muchas y creativas maneras. Si has llegado a presidente del Gobierno, como Zapatero, puedes disfrutar quemando queroseno como un descosido en tus giras internacionales, para poder satisfacer el débito conyugal, mientras a los demás no les dejas ni quemar un cigarrillo, mientras hacen cola en el paro. Si has llegado a ministro de Industria, como Sebastián, puedes disfrutar como un enano triturando bombillas, como aquel faquir Daja-Tarto que se las comía con el filamento de tungsteno y todo; sólo que Daja-Tarto se pagaba de su bolsillo las bombillas que trituraba, mientras Sebastián las tritura después de subir el recibo de la luz, que en algo se tenía que notar el disfrute democrático. Claro que, para que la democracia se convierta en una juerga flamenca completa, conviene endulzarla con una copichuela de Tío Pepe, de manera que, si eres consejero de la Junta de Andalucía, te puedes asegurar 400.000 euretes del ala, concediendo un ERE a la empresa de la que eras trabajador en excedencia y computando tu período laboral desde el día de tu nacimiento. Y es que, cuando la democracia se convierte en una fiesta, como el París de Hemingway, uno puede disfrutarla a tope desde su natalicio; y no puede hacerlo desde el día en que fue engendrado porque los fetos son seres vivos, pero no humanos, según nos enseña la democracia. A enseñar en qué consiste invento de tanto disfrute, y a señalar cuáles son sus enemigos, se ha ido Zapatero a Túnez, después de satisfacer el débito conyugal; y si la democracia, según el imaginario zapateril, es algo así como un opulento y cachondo Don Carnaval que a los tontos disfraza de presidentes del Gobierno, habrá que identificar a su enemiga, Doña Cuaresma (esto es, la religión), que siempre anda poniendo trabas cenicientas al disfrute. Y eso es lo que Zapatero ha dicho en Túnez:
—La religión tiene que estar en el ámbito de lo privado.
Que es, exactamente, lo contrario de lo que decía la Declaración Universal de Derechos Humanos, antes de que la democracia se convirtiera en este fiestorro tan descomunal; y exactamente lo mismo que los musulmanes defienden para el resto de religiones. Con lo que Zapatero, al menos, no habrá salido de Túnez con cajas tan destempladas como aquel Pedro Recio de Tirteafuera salió de la ínsula Barataria.
Ignacio Camacho
FVA Management - Blog
Félix Velasco

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