sábado, 5 de marzo de 2011

Criaturitas


NO van a lograr poner diques. El escándalo de los ERE es una marea que cada día deposita más restos de espuma sucia en la orilla del poder andaluz. Una oleada de corrupción que está poniendo de relieve lo peor del régimen tardochavista y muestra al descubierto la maquinaria del clientelismo. Cincuenta cofres de documentos, intervenidos por la Policía en las dos aseguradoras —sólo dos, y siempre las mismas— que hacían de puente en las operaciones, van convertirse en las cajas de Pandora de un sistema viciado. Más allá de los episodios chuscos de los intrusos y polizones, el caso revela el secreto de la hegemonía y deja al pairo el cartón que encubren los falsos discursos del estado de bienestar. Era un bienestar trucado, fullero, comprado con fondos de reptiles creados para disimular mediante derramas arbitrarias la tragedia de la destrucción de empleo.
El tipo que manejaba el tinglado, el capataz encargado de administrar los fondos opacos, se ha retratado en una impagable entrevista en «El País». Tratando de justificarse, el ciudadano Guerrero acusa directamente a sus superiores —los consejeros de Trabajo— de decidir el criterio de ayudas irregulares y revela el planteamiento de fondo que sustentaba el tinglado. Lo inventaron, dice, porque el ERE de una empresa jienense se atascó ante las pegas y reparos que ponía el funcionario encargado de vigilar que se adecuase al procedimiento. «No podíamos estar —declara con sinceridad escalofriante— al pairo de los caprichos del interventor».
Ésa es la cuestión clave. Decidieron crear un procedimiento paralelo —dotado con 647 millones de euros, más de cien mil millones de extintas pesetas— para escapar del control transparente del dinero. Por la cara, con dos cojones, el que manda, manda, y el que no es funcionario. Sin informes de viabilidad, al margen del funcionamiento reglado. No iban a permitir que un interventor de mierda les chafase el montaje. En vez de crear empleo se dedicaban a prejubilar gente mandándoles el sueldo a casa, para que no armasen lío y estuviesen contentos con el régimen. Si había que falsificar los papeles, se falsificaban y a otra cosa. Y de paso metían de matute a dos o tres «criaturas necesitadas de ayuda sociolaboral que estaban desempleadas» y que casualmente eran cargos del Partido Socialista y parientes cercanos. Exalcaldes y exconcejales que no podían dejar tirados para mantener la unidad de la familia. Criaturitas; el mismo término paternal, clientelista, caciquil, que usaba Ruiz de Lopera para referirse a su tropilla de incondicionales. Criaturitas que tenían que proteger por su bien de la arbitrariedad de las leyes, los caprichos de los interventores y demás minucias de gente de mal vivir. Puro peronismo proteccionista, al que sólo le faltaba el tambor y el estribillo: estos socialistas, qué buenos son, que nos arreglan la prejubilación.
Juan Manuel de Prada
FVA Management - Blog
Félix Velasco

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