Para encandilar a las masas ya no basta con soltar paparruchas acaloradas y demagógicas. Las masas han sido adiestradas para regocijarse con entretenimientos vulgares, triviales y populacheros; y necesitan comprobar que losindividuos a los que admiran llevan una vida igual de mema y ramplona que la suya. Las masas ya no tratan de emular el ejemplo virtuoso de sus líderes (hoy hay muy pocos). En las actuales sociedades, la envidia ha sido elevada -como afirmaba Unamuno- a “virtud cívica”; y quien aspira a dirigir debe hacerse perdonar por el vulgo, mostrándose tan vulgar como él mismo. Para manipular las masas ya no hace falta disfrazar la insipidez y la superficialidad, sino que se pueden exhibir con orgullo, en la certeza de que provocará un instantáneo movimiento de adhesión en una muchedumbre sin cultura ni criterio propio.
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Félix Velasco
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