jueves, 15 de noviembre de 2012

'Se veía venir...', dos abuelos de Soria predicen la crisis en 2007



Todo el mundo sabe que las burbujas no son eternas, y acaban explotando, pero como el pecador se precipita al abismo a despecho de consejos, embriagado en la felicidad del deleite en su momento, todos nos precipitamos al abismo (estado-banca-consumidor) en una especie de huida hacia delante. El rico superávit obtenido por los impuestos, los jugosos beneficios de las comisiones bancarias y los intereses y, por supuesto, las vacaciones en Tahití y los lujosos vehículos pagados con el barato dinero hipotecario, implicaron a las tres partes que acabaron jugando con fuego. Luego vinieron otros ingredientes necesarios para producir la tormenta perfecta, como si de una ciclogénesis económica se tratase, comenzaron las turbulencias en los mercados internacionales, el petróleo y el euribor se dispararon, tal vez con intenciones de controlar el mare mágnun que ya se avistaba en el horizonte. El final de la historia, ya la conocemos.
En la primavera de 2006 ya era evidente la crisis se estaba cociendo. Una parte del menú provenía sin duda de remotas cocinas (modelo de negocio basado en la inversión extranjera) y otra parte en casa propia: burbuja inmobiliaria, especulación y un consumismo desenfrenado que implicaba a todas las partes como un mecanismo perfectamente sincronizado. La economía, aunque compleja, también presenta acciones y reacciones simples regidas por principios básicos y perfectamente predecibles. 
Existen variables controlables e identificadas que responden a ciertas acciones, y que mantiene ciertas similitudes con la economía doméstica y diaria, y es que si bien no éramos ni somos economistas ni poseíamos un conjunto de conocimientos sistemáticos, como cualquier persona sí teníamos un buen número de ideas que consideramos mejor para nuestro entorno y para nuestro bolsillo: Los principios básicos de la ley de la oferta y la demanda.
Definición de "crisis económica": ruptura del equilibrio entre la oferta y la demanda de bienes y servicios, que genera una fase depresiva de la coyuntura económica.
Un exceso de oferta (que cualquiera podía percibir viendo el geométrico incremento de carteles "SE VENDE") no podía mantener el incremento de precios de los últimos años por mucho tiempo más. Y así ocurrió. Ya a principios de 2006 se estaba en marcha una crisis que, potenciada por factores macroeconómicos de naturaleza externa (crisis financiera estadounidense, incremento desorbitado del precio del crudo, pérdida de confianza en mercados) y otros propios de la economía española (fortísima dependencia del ladrillo), iban a convertirse en la mayor de todas las crisis de la historia moderna. El problema es si podremos salir de ella y sobre todo, cuándo y cómo.
La recesión, una hipótesis remota barajada por algunos economistas ya sobre la mesa, es una realidad que muchos ni imaginaban, pero el problema, lejos de haber tocado fondo, es susceptible de empeorar. La recesión supone una depresión en las actividades industriales y comerciales, generalmente pasajera, que tiene como síntomas el decrecimiento de la producción, el trabajo, los salarios, los beneficios,...
Pero que es menos profunda y grave que la conocida como "depresión": disminución acusada de la actividad económica de un país. Tasa negativa prolongada de crecimiento del PIB y de la renta nacional. La depresión típica genera desempleo, y normalmente deflación.
Sin embargo, en época reciente se ha observado el efecto combinado de depresión e inflación, conocido como estanflación.
FVA Management - Blog
Félix Velasco

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