martes, 17 de mayo de 2011

Ruido de campaña


La campaña electoral no puede seriamente defraudar a nadie, porque nadie esperaba nada. Los mítines han perdido todo su glamour y se ejecutan con cansina precisión, solo pendientes del momento estelar, ese en el que los candidatos sueltan la frase precocinada, normalmente un exabrupto, para captar la atención de los medios y copar algún titular. Tarea difícil porque han de competir con dos verdaderas noticias: la decisión del presidente Zapatero de reintroducir la negociación con ETA como reclamo electoral a la izquierda desencantada y el recrudecimiento de la crisis europea. De la primera está casi todo dicho y los electores juzgarán oportunamente, aunque los daños colaterales han sido inmensos en cuanto a la credibilidad de la justicia y los tribunales españoles. Si es cierto que Zapatero tranquilizó al PNV después de la sentencia del Supremo porque conocía la decisión del Constitucional, se ha puesto a su mismo nivel democrático, el de quienes ponen la justicia al servicio de su causa.
Esta semana se celebra el aniversario de la conversión de Zapatero a la realidad económica. Cumpleaños nada feliz porque ni la crisis europea está en vías de solución, ni España está hoy en mejores condiciones, ni siquiera ha disminuido la vulnerabilidad al contagio. En el primer caso, ha pasado un año y todos los países periféricos, todos, pagan más por su deuda, esta deuda ha seguido creciendo y, pese al rescate, siguen sin crecer. Si ya se empieza a aceptar que fue un error que la Unión Europea se empeñara en hacer del problema griego una cuestión de supervivencia del euro y que más nos hubiera valido dejar actuar al FMI, es un hoy un error mayúsculo retrasar la inevitable restructuración de esa misma deuda. Las razones aducidas son las mismas de hace un año: riesgo sistémico, consecuencias catastróficas, daño irreparable al sistema financiero. Las mismas que no impidieron el colapso de Lehman Brothers cuando los números no aguantaban más, por mucha creatividad que le echáramos a las hojas de cálculo. La realidad es siempre más prosaica. Los líderes europeos necesitan tiempo para tres cosas: hacerse perdonar y ganar sus respectivas elecciones, ponerse de acuerdo en cómo recapitalizar el Banco Central Europeo cuando quiebre, y que los bancos comerciales se quiten de encima la deuda soberana de los países periféricos. Es una estrategia absurda, como hemos visto en España, que por razones parecidas pospuso deliberadamente el saneamiento de su sistema financiero con el resultado de que hoy sobran más Cajas y un número menor de ellas tiene posibilidades reales de sobrevivir sin un alto coste para el contribuyente.
España está también hoy más lejos de la recuperación económica que hace un año. Ha dilapidado un cierto shockde credibilidad que pudo haberse producido si el presidente, a la vuelta de su Damasco particular, se hubiera aprestado a cumplir lo que había prometido en vez de intermediar y engañar simultáneamente a inversores, acreedores y electores. Hoy, un año después, siguen los mismos interrogantes, pendientes las mismas reformas y creciendo el paro. El atisbo de recuperación que se intuía a la vuelta del verano se ha frenado en seco, como ilustran las cifras de consumo de electricidad o gasolina. Esas son las cuestiones que preocupan a los lectores, aquéllas sobre las que quisieran oír la opinión de los candidatos. Cierto que son elecciones locales, pero la inquietud es generalizada y no cabe decir ahora no toca, como si los electores pudieran disociar su condición de vecinos de la de ciudadanos.
Fernando Fernandez
FVA Management - Blog
Félix Velasco

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