Los directivos del Ibex ganaron un 5% más en 2011. Para quien no lo sepa, el Ibex son las 35 grandes empresas españolas que cotizan en bolsa. La que mejor pagó a sus consejeros y altos directivos fue el Banco de Santander, que repartió casi 123 millones de euros entre su cúpula, un 21,6 % más que en 2010. Para el común de los mortales resulta muy difícil entender estas subidas en un contexto de empobrecimiento de la nación. Se puede argumentar que las empresas privadas son libres de premiar con su dinero a quien rinde excepcionalmente, pero todo tiene un límite moral y la CNMV ha tenido que dar un toque para advertir de que aquí, en nuestro país, no se cumplen las recomendaciones europeas sobre sistemas retributivos. En España es tradicional una abrumadora diferencia entre jefes y trabajadores. Cualquier obrero alemán puede permitirse casas o jubilaciones imposibles para un español. Sin embargo, un alto ejecutivo nacional vive mejor, incluso, que el germano. El problema de la injusticia no es sólo ético. Una sociedad mal pagada o con grandes diferencias sociales es una sociedad mal estimulada, donde la productividad no encuentra acicate ¿Para qué esforzarse, si no hay beneficio? Pero no nos engañemos, la injusticia no es sólo cosa de los de arriba. Ha sido muy injusta, por ejemplo, la resistencia de las autonomías esta semana a colaborar con el Gobierno en la reducción del gasto. Es imposible que la asfixiada clase media ahorre cuanto hay que ahorrar a través de las subidas de impuestos y las bajadas de prestaciones si el dinero se sigue yendo por los coladeros autonómicos. Sólo la deuda de las empresas públicas, que han constituido un vivero de enchufismo, asciende a 13.870 millones de euros. En España hay 445.568 cargos públicos (no funcionarios de carrera, sino empleados políticos), uno por cada 100 habitantes. Son 300.000 más que en Alemania, donde apenas hay un empleado público por cada 800 ciudadanos. Es una locura insostenible, pero el dirigente autonómico sabe lo profundamente impopular que le va a resultar despedir a tanta gente enchufada, y se resiste. Naturalmente, a los políticos no les gusta bajar en las encuestas y verse en la calle mientras los ejecutivos de las empresas del Ibex ganan más cada año. Intentemos todos cierta justicia. Si bajamos los emolumentos salvajes, las primas y los bonus, tal vez los obreros puedan ganar y gastar un poco más. Y si las empresas crecen, a lo mejor es posible generar puestos de trabajo reales, capaces de absorber la mano de obra falsa de las empresas públicas. O el sinsentido de 65.130 liberados sindicales y 31.210 empleados de las patronales. Quizá la crisis sea el momento para moderar las diferencias sociales y descubrir que ser justos es también ser inteligentes.
Cristina López Schlichting
FVA Management - Blog
Félix Velasco
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