Estos virreyes convertidos en plañideras se podían haber apercibido antes. Cuando construían aeropuertos sin aviones y parques temáticos sin visitas. Cuando organizaban carreras de coches y lujosos campeonatos de tenis o de vela. Cuando se instalaban en faraónicos palacios con lámparas de 8.000 euros la pieza. Cuando organizaban falsas jubilaciones masivas trufadas de intrusos. Cuando ejercían pulsos de influencia para llevar hasta su pueblo Aves vacíos. Cuando multiplicaban las delegaciones territoriales para extender en las provincias el manto clientelar del poder. Cuando fundaban consejillos consultivos y observatorios de la nada para colocar a figurones desahuciados. Cuando enterraban cientos de millones en televisiones dedicadas a su mayor gloria. Cuando reunían la mayor flota de coches oficiales de Europa. Cuando abrían estériles embajadas en el extranjero. Cuando creaban tribunales incapaces de agilizar los pleitos. Cuando reclamaban cuerpos de policía propios que al primer delito grave acababan llamando a la Guardia Civil. Cuando derramaban subvenciones para someter al tejido social. Cuando priorizaban políticas lingüísticas excluyentes. Cuando duplicaban la burocracia mediante empresas públicas para escapar al control administrativo de las cuentas que ahora han dejado de cuadrarles.
Ah, pero entonces esto era Jauja, un país donde crecían jamones de para negra entre montañas de ladrillos, y donde las comitivas de próceres de barrio desfilaban con boato de señores feudales. Ahora se acuerdan de que no tienen dinero para pagar la sanidad y la educación; una educación que por cierto nunca han logrado sacar de la cola de rendimiento de Europa. Claman que van en pelotas pero todavía no han disuelto ningún consejo asesor ni cerrado ninguna televisión autonómica. A base de caprichos irresponsables han llevado el modelo territorial, que antes de la apoteosis del despilfarro era un paradigma de cohesión, a un bloqueo insostenible que amenaza la viabilidad misma del Estado. Y lo peor es que encerrados en su burbuja de visión corta no saben de dónde recortar ni de qué gastos prescindir. Dicen que van desnudos, pero a algunos que más vale no señalar les sobraban no hace mucho los trajes.
Ignacio Camacho
FVA Management - Blog
Félix Velasco
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