Habiendo perdido totalmente el rastro del grupo, el perrito comenzó a vagar cabizbajo por la selva.
Repentinamente sintió alboroto. Levantó su cabeza y vio que una enorme pantera corría hacia él a toda carrera. El perrito comprendió que estaba a punto de ser devorado. Quiso pensar pero no había tiempo. Vio que a su lado había una pila de huesos de un animal muerto y comenzó a mordisquearlos.
Cuando la pantera estaba lo suficientemente cerca, a punto de atacarlo, el perrito dijo en voz alta:
- ¡¡¡Mmm, qué rica pantera me acabo de comer!!!
La pantera escuchó aquello y frenó bruscamente. Huyó despavorida pensando:
- ¿Quién sabe qué raro animal será ese? ¿A ver si me come a mí también?
Pero un mono que andaba trepado en un árbol cercano oyó y vio la escena… Sin más corrió tras la pantera para contarle cómo la había engañado el perrito: -¡Qué idiota eres pantera… esos huesos ya estaban ahí! ¿No te diste cuenta que solo era un simple perrito de ciudad?
La pantera se sintió frustrada por su propia torpeza. Embravecida, corrió a buscar al perrito con el mono montado en el lomo… Una vez más, el perrito ve a lo lejos que la pantera se acerca, esta vez junto con el mono chismoso…
-¿Y ahora qué hago? No había tiempo para huir… El miedo no lo amilanó. Entonces, en vez de salir corriendo, se quedó sentado dándoles la espalda, como si no los hubiera visto. Cuando la pantera estaba cerca para atacarlo el perrito exclamó:
- ¡Este mono es un estúpido, hace más de media hora que lo mandé a traerme otra pantera y todavía no viene!
He aquí el momento de reflexionar. Si el “perrito” se hubiera guiado por el conocimiento estaría muerto. El conocimiento indica que la pantera es un animal cazador del que un perrito no puede escapar. Sin embargo, el perrito no se aferró a esto. Él se dejó llevar por la naturaleza de su inteligencia en un momento crítico. El perrito comprendió que no había momento futuro. “Un presente inteligente se construye a cada momento”.
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Félix Velasco
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