domingo, 16 de enero de 2011

Con caché de expresidentes

Si los expresidentes son, como ironiza Felipe González, «jarrones chinos», ahora parecen de Sotheby's, desde que tanto a él mismo como a José María Aznar los han colocado en las vitrinas del IBEX. Pero a medida que los dos antiguos inquilinos de La Moncloa, hormiguitas cesantes, hacen caja como asesores, consejeros o conferenciantes (tú a Gas Natural, yo a Endesa) arrecia la polémica sobre la pertinencia de sus pingües ingresos, y más aún en tiempos de crisis. Aunque las críticas se centren más en si han de seguir recibiendo retribución pública quienes, jubilados precoces, se han subido después al tren de la empresa privada gracias a su experiencia de gestión y su nutrida agenda.
Los 200.000 euros que cobrará José María Aznar como asesor de la eléctrica Endesa para Iberoamérica y los 126.500 que percibirá Felipe González como miembro del consejo de administración de Gas Natural no son ningún despropósito en una economía de libre mercado donde los «lobbies» pesan y la influencia cotiza. Los dos llegaron jóvenes a La Moncloa (González con 40 años, Aznar con 43) y salieron de palacio aún en «edad de merecer». Hoy son legítimos beneficiarios de la ley de la oferta y la demanda. Pero aunque la categoría de lo legal no resulte opinable, sí lo son las de lo ético y lo estético. Y la lupa de la opinión pública, colocada desde hace años sobre los retiros dorados de los expresidentes, amplía con suspicacia cualquier episodio «ostentoso», ya sea la estrechísima amistad de González con el hombre más rico del mundo (el magnate mexicano Carlos Slim), o aquella foto estival de Aznar en el yate de Flavio Briatore, embarcación que terminó embargada por los «pufos» fiscales del italiano.
Pensión y Consejo de Estado
Cuando un presidente del Gobierno deja el cargo, tanto él como su familia quedan con el riñón razonablemente cubierto (una retribución vitalicia para el sostenimiento de su oficina que este año reportará tanto a Aznar como a González 79.300 euros), además de beneficios «en especie» como la escolta o el coche oficial. Otra prebenda es el Consejo de Estado: en razón de la posición institucional que han ocupado, tienen calidad de «consejeros natos», lo que les reportaría 76.602 euros anuales si asumieran ese cometido. González no lo ha hecho (y, por tanto, nunca ha cobrado por ese concepto), en tanto que Aznar sí ejerció esa función y se le pagó por ella desde 2004 hasta junio de 2006, momento en el que Rupert Murdoch le fichó para «News Corporation». Como consejero de ese emporio mediático, Aznar percibió el año pasado 165.000 euros, otro «sueldazo», al que se une ahora el de Endesa. Sin embargo, no cobra ni un duro de la Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales (FAES), entidad que preside desde que dejó el Gobierno y a la que dedica sus mayores desvelos.
Sustanciosa fuente de ingresos para los dos ex presidentes es también su producción intelectual, plasmada en libros, artículos y conferencias. Esta parcela la gestiona Aznar a través de la empresa Famaztella (acrónimo de Familia Aznar Botella), que en 2009 obtuvo un beneficio de 445.417 euros. Aunque como su esposa Ana Botella también ha escrito libros, hace aportación al saco de ganancias.
Libros y charlas
Dado que Aznar tenía decidida su retirada definitiva después de dos legislaturas al frente del Ejecutivo, Planeta le fichó para escribir tres libros en tres años. Un contrato de 600.000 euros, más los beneficios por ventas. A esos títulos («Ocho años de Gobierno. Una visión personal de España», «Retratos y perfiles. De Fraga a Bush» y «Cartas a un joven español»), les ha seguido «España puede salir de la crisis», de 2009. De modo que su relación con la editorial de José Manuel Lara ha continuado. Y capítulo aparte son las conferencias. El expresidente forma parte del selecto plantel de oradores del Washington Speakers Bureau, agencia que también ofrece en el mercado charlas de Tony Blair o George Bush. Su tarifa es de «nivel 5» (solo hay una, la 6, más elevada), lo que supone una retribución de entre 25.000 y 40.000 dólares, en función del tipo de acto. O sea, un máximo de 30.000 euros.
Felipe González se está moviendo en parecidos parámetros. Como conferenciante tiene una cotización levemente superior a la de Aznar (puede alcanzar los 40.000 euros). Pero en ambos casos hay que matizar que no siempre que hablan ante un auditorio cobran, pues no lo hacen en las convocatorias vinculadas a sus respectivos partidos o a entidades afines. Igualmente, de Felipe se ha dicho (y publicado) que está a sueldo del archimillonario Slim por una labor subterránea de asesoría. Pero, pese a los insistentes rumores, su entorno asegura que no cobra de él. En cuanto a los libros, su producción editorial había venido siendo más espaciada que la de Aznar hasta estos dos últimos años, en los que ha alumbrado un par de títulos. El último, «Mi idea de Europa», publicado por RBA. Al tiempo, el González orfebre hace joyas para Elena Benarroch, incursión en lo más elitista del mercado del lujo. Se venden a no menos de dos mil euros la pieza.
«Sé cuáles son todos los mecanismos para obtener dinero, pero jamás se me ha ocurrido», aseguraba en una reciente entrevista concedida a «El País», en la que reconocía que posee una parcela en Marruecos, pero que estaba «parada», porque no tenía dinero para construir. El motivo real es que, al separarse de Carmen Romero, quedó para su ex mujer el chalé de Somosaguas, y las propiedades en Andalucía pasaron a sus hijos.
Pero la gran paradoja del ingreso de Felipe González en el consejo de administración de Gas Natural fue que estas declaraciones se produjeron unos días antes: «Si hubiera aceptado los consejos de administración que me han ofrecido desde hace 15 años, y aceptara pasar siempre por seminarios o conferencias cobrando, sí podría ganar bastante dinero». En tres lustros no los quiso, y ahora sí. Interés pecuniario en fase crepuscular.
ABC
FVA Management - Bolg
Félix Velasco

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