domingo, 28 de noviembre de 2010

Figurantes

Cualquiera de los empresarios que acudieron ayer a La Moncloa sabe cómo luchar contra la crisis mejor que Zapatero. Para empezar, la mayoría conoce por su nombre a los tipos que mandan en eso que ahora se llaman «los mercados»; han almorzado con ellos, han compartido riesgos y beneficios y también han sufrido sus dentelladas en la cuenta de resultados. Muchos de ellos han palmado millones en esta semana de turbulencias bursátiles. Pero además, toda esa gente sabe lo que significa despedir empleados, ajustar costes, buscar financiación, diseñar estrategias competitivas y jugarse su dinero en un mundo donde el más torpe es capaz de birlarle la cartera a un retrato. El presidente, descontada su breve estadía universitaria de profesor asociado, no ha ganado jamás un euro fuera del paraguas del Partido Socialista y apenas si ha despedido a una docena de ministros, eventuales por definición; no ha tenido que salir en busca de créditos imposibles y desconoce la presión de los balances. Su facturación se mide en votos y esos se consiguen en un mercado donde siempre se dispara con la pólvora del Rey del presupuesto público.
Por eso resulta un poco extravagante que tanto capitán de empresa dedicase la mañana del sábado a trabajar de modelos y figurantes en una foto coral y a escuchar la admonición de un gobernante al que casi todos consideran un perfecto incompetente. Ocurre que muchos de ellos son contratistas del Gobierno o aspiran a serlo, y no está la situación como para negar favores. Pero oír cómo Zapatero les pedía que mejorasen la imagen exterior del país debió de parecerles un trago excesivo; es por culpa del presidente y sus políticas por lo que se han desmoronado los valores financieros y se han desplomado los valores de sus compañías. Es el Gobierno es el que crea dudas que repercuten en la confianza de sus inversiones, y es al el anfitrión del encuentro a quien corresponde despejarlas. Si la imagen de España goza aún de alguna credibilidad en el extranjero es gracias al esfuerzo y la eficacia de una empresas que, a diferencia de los políticos, trabajan poniendo en riesgo el dinero y las propiedades de sus accionistas.
Quizá por eso alguno de los presentes se atrevió a leerle la cartilla. A pedirle que acelere las reformas que viene congelando por estrategia electoral. A demandarle coraje para continuar el programa de ajuste y tranquilizar a los acreedores que están triturando la cotización de sus marcas. El presidente dijo sí, pero su palabra es tan elástica y tiene tan poco crédito como su propia política; hace exactamente una semana declaró lo contrario en una entrevista. En su trivial forma de destilar las ideas, todo se resume en una fotografía. Se lo dijo a Mohamed VI: lo importante es la foto. Ayer se la hizo con la cúpula del Ibex y aparentó escuchar a cambio sus demandas. Otra cosa es que las oyese.
ABC
FVA Management - Blog
Félix Velasco

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