domingo, 12 de septiembre de 2010

España concentra ya el 60% de parados de la Eurozona


Después de la aprobación del texto definitivo de la reforma laboral, comienza una nueva etapa en el mercado de trabajo español, consumido por la hemorragia del desempleo y atrapado en una rígida estructura que le impide hacer frente a nuevas necesidades de producción. Aún es pronto para anticipar resultados, pero políticos y representantes sindicales se han apresurado a lanzar cábalas: los más optimistas, abanderados por el Gobierno, confían en la creación de más de dos millones de contratos indefinidos. En el extremo opuesto, se encuentran los que vaticinan una tasa de desempleo estructural cercana al 20%.
A día de hoy, la única certeza es que los zarpazos de la crisis han convertido a nuestro país en el solar laboral de las economías avanzadas. Ningún país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha perdido tanto en los dos últimos años ni se verá obligado a acometer un programa tan ambicioso de reformas en materia de empleo. Unos cuantos datos extraídos del informe anual de esta organización bastan para comprender la magnitud de la crisis y el trabajo que aún queda por hacer.
Cifras demoledoras
Desde el mes de diciembre de 2007 hasta la fecha, el número de desempleados en el conjunto de la OCDE fue de cerca de 17 millones de personas. De éstas, cuatro millones pertenecían a la zona euro y 2,5 millones a España. Es decir, de cada diez nuevos desempleados en la Eurozona, seis eran españoles.
El hecho de que la población ocupada se haya desplomado en nuestro país a velocidad de vértigo no resulta una novedad. España, tradicionalmente, destruye empleo con mayor intensidad que el resto de economías en épocas de recesión. Como demuestra el informe, el aumento de la tasa de paro desde el estallido de la crisis ha sido de un 10,3 puntos porcentuales, un margen muy superior a la media de la OCDE (2,9 puntos). En cifras absolutas, se han perdido más de dos millones de puestos trabajo en España (2,42), tan sólo por debajo de EE.UU. (7,98 millones). El problema, según la OCDE, se encuentra en la propia estructura del mercado laboral español y sus anquilosados cauces de funcionamiento. «La distinta evolución de la tasa de paro en la OCDE y en España pone en evidencia que las instituciones del mercado de trabajo español agravaron el impacto de la crisis económica sobre el nivel de empleo», concluye la institución, que duda de que, a corto plazo, la situación mejore. «La brecha estimada entre el empleo previsto para 2011 y el nivel registrado antes de la crisis alcanzaría el 10,7% el próximo año, una de las más elevadas de la zona euro», sólo superada por Irlanda, que con un 19,8% desbancaría a España del primer puesto.
La rigidez se refleja en el descenso del empleo temporal. Al no existir «mecanismos de ajuste de salario al ciclo económico» las empresas han optado por romper las relaciones contractuales, en vez de adoptar fórmulas flexibles de contratación. Mientras que los empleados indefinidos se han recortado en un 1,1%, cerca de la media del resto de países avanzados (0,6%), los eventuales se han reducido en un 19,8%. Una tendencia que se ha cebado con la población más expuesta a la precariedad laboral.
La población de entre 15-24 años de los países desarrollados «han concentrado la mayor parte de la reducción del nivel de empleo, con una variación del 8,4% en la OCDE y del 21,1% en España» hasta alcanzar una tasa de paro juvenil superior a un 40%, «la más alta de la Unión Europea», subraya la organización internacional. De nada ha servido que la actual sea la generación más preparada de la historia de nuestro país.
A diferencia de lo que sucedió con la media de los países miembros, en los que el segmento de los empleados con «alta cualificación» fue el único que vio aumentar, moderadamente, sus oportunidades de trabajo, en España los trabajadores mejor formados no han podido escapar del cerco laboral de la crisis, al caer un 0,9%.
Modelo alemán
El club de los países más avanzados económicamente aconseja recurrir al modelo alemán para mantener los niveles de empleo, una fórmula basada en reducir «las horas de trabajo de aquellos que mantuvieron su empleo» mediante «diferentes mecanismos de ajustes», como la disminución de horas extraordinarias, la aplicación de un sistema de compensación y las iniciativas empresariales para conseguir recortar las jornadas de trabajo.
El escenario laboral español se encuentra en las antípodas del alemán, que durante el mismo periodo no sólo ha sido capaz de contener la tasa de paro, sino que ha logrado contraerla en un 0,6%, al generar 250.000 puestos de trabajo.
Para sostener este déficit que se deriva de la caída del empleo, las empresas se decantaron por un modelo que, comparado con el del resto de los países de la OCDE, muestra múltiples contrastes. Si en la mayoría de ellos el descenso del trabajo «se repartió entre todos los trabajadores», nuestro país registró un aumento en las horas de trabajo de los trabajadores. De ahí se explica el crecimiento en la productividad de los trabajadores, un espejismo de los muchos que la economía española deberá superar para alcanzar un modelo laboral más eficiente.
Luis M. Ontoso
Félix Velasco - FVA Management Blog

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